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03/09/2015junio 8th, 2017
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Mientras los políticos y mandatarios europeos regatean el número de ciudadanos de Siria que están dispuestos a acoger en sus respectivos países, como si estuvieran comprando muebles viejos en un mercadillo, la imagen de un niño de tres años ahogado en una playa de Turquía ha dado la vuelta al mundo. ¿Qué habrán pensado esos políticos y mandatarios al ver esa fotografía? ¿Habrán sentido un latigazo en su corazón, como lo han sentido muchas personas de todo el planeta, o se habrán limitado a pensar que esto es parte de los inevitables efectos de la guerra?

Lamentablemente, nos hemos acostumbrado a ver en televisión las imágenes de refugiados e inmigrantes que mueren en su intento de llegar a Europa en busca de su futuro, muchos porque huyen de la guerra que destruye Siria desde hace cuatro años y otros porque no pueden soportar el hambre que hace imposible la vida en sus países de África. Pero la foto del niño Aylan Kurdi en la playa, boca abajo, sin chaleco salvavidas y sin vida, debería ser un aldabonazo a todas las conciencias que provocara una reacción unánime de la ciudadanía europea reclamando una resolución urgente a este drama.


MUESTRAS DE SOLIDARIDAD

Frente a tanta tragedia, y ante esos vergonzosos regateos sobre los cupos de refugiados a admitir, los ciudadanos de algunos países empiezan a reaccionar. En Bruselas han recibido con aplausos y flores a un grupo de sirios cuando logró llegar a la ciudad; en algún pueblo de Alemania, también; en la estación de trenes de Viena…

Los ciudadanos de Islandia, una isla situada muy al norte del Reino Unido de 330.000 habitantes, acaban de dar una buena lección al resto de Europa. Su Gobierno había anunciado que acogería a 50 refugiados sirios, pero a los islandeses les pareció poco, iniciaron una recogida de firmas en las redes sociales y unas 12.000 personas (el 4% de la población) pidieron que se incremente ese número.

El primer ministro, Sigmund David Gunnlaugsson, en un gesto democrático de verdad, ha sido receptivo a esa petición ciudadana y ha anunciado que estudiarán de nuevo el caso para ver cuántos refugiados pueden acoger por encima de los 50 previstos inicialmente. Conviene que recordar que en 2008, cuando el sistema financiero islandés sufrió la mayor crisis de su historia, los ciudadanos llevaron a cabo unas asambleas y manifestaciones -la conocida como Revolución islandesa- que llevaron al adelanto de las elecciones, una investigación judicial al ex primer ministro y la elaboración de un nuevo borrador de Constitución. Igualito que en España, si se me permite la ironía.

NADIE DEJA SU TIERRA POR CAPRICHO

Ningún país puede acoger a los millones de ciudadanos que han huido de los países en guerra o de los que viven en la miseria, pero entre todos están obligados a resolver este drama humano que ya ha costado varios miles de vidas en el gran cementerio en que se ha convertido el mar Mediterráneo.

Nadie huye de su tierra por capricho, pagando una cantidad desorbitada por el viaje y jugándose la vida. Kinan Masalemehi, un sirio de 13 años que se ha marchado de su país con su familia, lo ha dicho con toda claridad a la televisión Al Jazeera en la estación de trenes de Budapest: «Nosotros no queremos ir a Europa, simplemente parad la guerra en Siria. Simplemente eso».

¿Escucharán los políticos y mandatarios europeos la petición de Kinan? ¿Se sobrecogerán y reaccionarán ante la fotografía del cadáver de Aylan en la playa? ¿Europa y Naciones Unidas serán capaces de parar la guerra civil más cruel del siglo XXI? Por lo que se ha visto hasta ahora, hay pocos motivos para el optimismo. En cuatro años no han logrado que dimita el presidente sirio, Bashar al-Asad, ni que cese el régimen de terror que han instaurado tanto el bando gubernamental como el bando rebelde. Pero no se puede perder la esperanza, ojalá que presión de la ciudadanía internacional haga que la situación empiece a cambiar.

Y EN CASTILLA-LA MANCHA

Mariano Rajoy ha dicho en la cadena Cope que la sequía «es un problema muy serio» para Murcia; que Emiliano García-Page debe permitir los trasvases de agua, porque así lo acordaron en 2013 cuando la reserva en los pantanos de la cabecera del Tajo no sea inferior a 400 hm3; que la agricultura murciana da empleo a 100.000 personas…

Al presidente del Gobierno se le ha olvidado decir que la sequía también es un problema muy serio para Castilla-La Mancha, donde algunos pueblos tienen que abastecerse con camiones cisterna; que el último trasvase lo aprobaron el 28 de agosto pero teniendo en cuenta el nivel que tenían los pantanos de la cabecera del Tajo el día 1 de ese mes; que buena parte de esa reserva es cieno; que parte del agua trasvasada a Murcia no se destina allí para la agricultura… Bastaría con que Rajoy visitara el río a su paso por Toledo o Talavera para que viera que él y el Gobierno no tienen ninguna razón cuando se empeñan en justificar el trasvase con el escaso nivel de agua actual. Pero, como ha dicho en encastillalamancha.es el concejal de Ganemos Talavera Miguel Ángel Sánchez, cofundador de la Plataforma en Defensa de los Ríos Tajo y Alberche, el trasvase es una máquina de ganar votos para el PP.

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