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17/04/2014junio 9th, 2017
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Si en el año 2009 solo votaron el 46 por 100 de los españoles en las elecciones europeas, mucho me temo que la participación este 25 de mayo puede ser histórica por lo bajo y eso en un país donde aún no ha prendido el euroescepticismo, pero sí el europesimismo.

Europa ya no es la madrastra buena que nos saca de apuros y nos enseña a progresar y ser más civilizados, aunque aún seguimos manteniendo saldo positivo. Europa es un hombre de negro, una parte de la troika que ha decidido que en el Sur se viva peor, en parte por nuestros errores, en parte por los ajenos. Y también por la ceguera de una dirigente que quiere germanizar Europa en vez de europeizar Alemania y tapa las debilidades de sus bancos y hombres de negocios mientras luce las de los demás. Porque es verdad que España no es Alemania, pero también que allí no es oro todo lo que reluce.


El caso es que llegada la hora de la factura, ésta se ha pasado a los ciudadanos que no tenían la culpa de los desmanes. Con el dinero que antes se destinaba a servicios públicos se ha rescatado a la banca, que sí eran responsables de los desperfectos, junto a los gobernantes de algunos de sus estados, tanto en la administración general como en las autonómicas y locales. 

Nos llama a las urnas la misma Europa que nos dice que para el Sur no queda dinero. Un poco para Sanidad, un poco para Educación y se acabó, pero luego emite informes poniendo el dedo en la llaga del deterioro sanitario y sus riesgos para la salud del futuro, criticando la brecha social que se abre en países como España y alertando de la pobreza infantil creciente.

Por si fuera poco, de fondo está la situación política y económica española, que la mayoría valoran mal, con una preocupación creciente e inmensa por la corrupción y el empobrecimiento del país. Datos que estarán muy presentes en la mente del que vote y del que se quede en casa.

Sobre este caldo de cultivo, los partidos españoles querrán convencernos de que es mejor votar que no hacerlo y elegir entre alguna de las opciones que nos ofrecen, esas que sumadas son, a juicio de los ciudadanos, el tercer problema más grave del país.

Con la entrada en el escenario del candidato del PP ha empezado la cuenta atrás. Convencidos de que quien ríe el último ríe mejor, el PP saca pecho con su candidato, el políglota y experto negociador Miguel Arias Cañete, presentado en Toledo por todo lo alto y en un acto sin precedentes para un cabeza de lista europeo. «Hemos dejado lo mejor para el final», sentenció Mariano Rajoy, convencido de que su hombre romperá el empate de las encuestas.

¿Quién nos defenderá mejor: Cañete o Valenciano? preguntaba una eufórica María Dolores de Cospedal, que recuperaba protagonismo en presencia de todo el popular power y en uno de esos actos que levantan la moral en los partidos. 

Cañete no defenderá a los pobres, contestaba Elena Valenciano al día siguiente. 

Pues ya tienen la campaña. No variará mucho de ese guión, me temo, aunque me gustaría equivocarme.

Lo dicho, rumbo a Europa.

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