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30/04/2015junio 8th, 2017
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«Creo que no hay nada que no nos haya pasado ya, aunque no sé si retirar esta frase, porque cualquier cosa puede pasar». Mariano Rajoy dixit.

Los columnistas que analizan la política nacional, incluso los de los medios más afines, alertan de un PP noqueado, en el que abunda la delación y el sálvese quién puedaEl PSOE no ha desaparecido como vaticinaban algunos tras los desastres de 2011, aunque sigue débil y dependiente de lo que ocurra el 24 de mayo, una fecha en la que han depositado sonoras esperanzas y en la que van a echar el resto al menos en media España. Ciudadanos va como un tiro, dicen todos a diestra y siniestra. Podemos se estanca o cede ligeramente, pero tiene asegurada presencia en todos los parlamentos y en algunos de ellos puede ser la única llave o, al menos, la más potente.


Así las cosas, con los escenarios postelectorales abiertos en canal, y a menos de un mes de la cita con las urnas municipales y autonómicas, estallan los nervios, las malas caras y se deslizan errores impensables en otras épocas.

Y en estas, Castilla-La Mancha vuelve a ser una de las batallas más importantes. La cosa autonómica solo preocupaba cuando se trataba de Madrid, Cataluña, País Vasco, Andalucía o Valencia, las grandes reservas de voto, pero en 2011 a esas citas de máximo interés se sumó Castilla-La Mancha.

Primero porque una de las candidatas era ni más ni menos que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal; y segundo, porque ella, en pleno ascenso aún en su carrera política, podía ser la única dirigente “popular” que ganara con mayoría absoluta en uno de los tradicionales feudos socialistas, el único en el que esa mayoría absoluta siempre había estado de lado del PSOE.

Como saben, Cospedal lo consiguió e hizo historia. Y hoy, esta tierra de apenas dos millones de habitantes y casi irrelevante para el PIB español comparada con las grandes, vuelve a ser objeto de observación y deseo, porque se ve en ella la profecía de lo que puede pasar en el PP y en el PSOE a partir del 24 de mayo.

En Castilla-La Mancha, el paraíso del bipartidismo, las cosas están tan abiertas como en cualquier otro territorio del país. La posibilidad de un parlamento con cuatro actores: PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, da prácticamente al traste con la ambición del PP de repetir mayoría absoluta. Una segunda mayoría absoluta apuntalaría a Cospedal en la Secretaría General de su partido frente a “los que perdieron en Andalucía” y “los que no se presentan a las elecciones” y la situaría en el pelotón de salida en la sucesión de Mariano Rajoy.

Si Cospedal pierde la mayoría absoluta, pero gobierna en virtud de un eventual acuerdo con Ciudadanos, sus posibilidades en ambos frentes quedarían mermadas, pero salvaría la cara.

Si, por el contrario, Cospedal no gana o no gobierna, su futuro político se complicaría sobremanera.

Al otro lado, el del PSOE, ganar o gobernar CLM se presenta no solo como la gran lanzadera de Emiliano García-Page, el candidato socialista, sino también de su secretario general, Pedro Sánchez. Que logren subir el color rojo del mapa autonómico desde Despeñaperros hasta Madrid es una oportunidad irrenunciable.

Por ello, Page se presenta pueblo a pueblo como la solución y va desgranando propuestas de lo que sería su programa de Gobierno, al que da un tono de moderación y entendimiento con todos. “Lo primero que haré si gobierno será llamar a los empresarios y a los sindicatos  para hablar de activar la economía y crear empleo” , dijo en el “Espacio Reservado” de encastillalamancha.es, donde se presentó ante los casi 300 asistentes en tono presidenciable.

Conscientes también de que el escenario está abierto, aunque no es fácil para nadie, Pedro Sánchez ha puesto a Ferraz a echar el resto en varias comunidades, entre ellas Castilla-La Mancha. El líder socialista estará en las cinco provincias de la región entre actos de campaña y precampaña. Ya está cerrada su presencia en Guadalajara el lunes 27, en Cuenca el martes 28, en Albacete el 4 de mayo, en Toledo el día 10 y en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) el 22, justo antes de cerrar campaña en Madrid.

Tampoco es descartable que la presidenta andaluza eche algún cable a su amigo Page. Susana Díaz está también muy interesada en subir la frontera socialista de Despeñaperros. A Andalucía le sería muy útil contar con vecinas como Castilla-La Mancha en el mismo lado político para hacer causa común y reivindicativa frente al Gobierno de Mariano Rajoy.

Todos echan cuentas y se ponen de los nervios, porque queda poco tiempo, porque todos se juegan mucho -por no decir casi todo-, y porque el escenario sigue abierto con un montón de indecisos que no permiten dar nada por sentado en la volátil política española de estos tiempos.

Podemos  y Ciudadanos afilan la lista de peticiones y exigencias, conscientes de que muy probablemente tendrán las llaves, ya veremos si en ambos casos o en uno más que en otro. Sus candidatos, José García Molina y Ángel Ligero no quieren aún hablar de pactos o acuerdos, como han contado en sendas entrevistas en encastillalamancha.es, aunque por lo que han dicho hasta ahora el PP tendrá que hacer un esfuerzo mayor.

Con Podemos la boda parece imposible a priori. Y el candidato de Ciudadanos, aunque critica por igual a los grandes partidos, avisa que mantener a Ángel Cañas como gerente del PP mientras siga imputado es suficiente casa para impedir cualquier tipo de acuerdos.

Tengo para mí que serán Pablo Iglesias y Albert Rivera quiénes tengan la última palabra en todos los casos, especialmente en CLM, dónde una de las contendientes es Cospedal y lo que suceda con ella puede ser salvavidas o losa para Mariano Rajoy, el verdadero objetivo de Podemos y Ciudadanos.

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