El PP cae del 30,37 por 100 de las generales de 2011 al 15,9, según una encuesta de Metroscopia para El País que también revela que el PSOE y Podemos logran movilizar a su electorado. De hecho, los socialistas adelantan al PP en intención de voto sobre censo.
El sondeo, publicado el domingo 5 de octubre, está hecho antes de que saltara el escándalo de las tarjetas de Caja Madrid, lo que no creo que haya beneficiado a ninguno de los partidos del arco parlamentario y sí a Podemos. Pero más allá de que esta foto fija sea coyuntural o no, la conclusión más importante que arrojan unos estudios tras otros es que la forma tradicional de hacer política y de estar en ella, representada especialmente por PP y PSOE, ha tocado techo y llegado al fin de su ciclo.
El escándalo de Caja Madrid seguramente habrá sumado nuevos votos a la formación de Pablo Iglesias y si las advertencias del ministro Luis de Guindos se cumplen, aún quedan al menos 20 comportamientos irregulares en las cajas por salir a la luz pública y mucho por llegar a las arcas de Podemos si las organizaciones políticas no pegan un volantazo.
O los partidos cambian o los ciudadanos les recambian. Se impone otra forma de hacer y estar en política y los que no peguen el volantazo serán sacados de la carretera por los votos, aún a riesgo de cometer un error fatal.
El PSOE, aupado al giro dado por su recién elegido secretario general, Pedro Sánchez, parece haber empezado a contener la hemorragia a la que llegó el partido con Alfredo Pérez Rubalcaba al frente. Aunque las resistencias internas, los titulares de prácticas corruptas, o al menos éticamente reprobables, que aún cobija en su seno y errores de su hiperactivo líder como decir que sobra el Ministerio de Defensa, demuestran que les queda mucho camino por recorrer para dar por sentada su incipiente recuperación y convertirla en continuada y estable.
El PP se amarra a su estilo y los datos macroeconómicos. Aferrados a la esperanza de que la fragmentación de la izquierda impida la recuperación suficiente a su rival de siempre, el PSOE, los «populares» dan la sensación de pensar que su mal es menor y que la mejora paulatina de la economía les será suficiente para volver a gobernar aún viendo mermado su respaldo.
Es verdad que los socialistas tienen a Podemos pisándoles los talones y que el PP no padece competencia reseñable en su franja, pero la velocidad de los acontecimientos en esta época y la indignación de los ciudadanos son señales de alarma que advierten de que las varas de medir de siempre ya no sirven.
Puede que a una parte importante de la población le baste con saber que crecemos dos puntos. Pero la mayoría será mucho más exigente y pedirá comportamientos ejemplares y un combate radical a la corrupción y los privilegios de las élites del país antes de soltar su papeleta.
Se impone otra forma de hacer y de estar en política y el que no lo entienda y lo aplique puede ser devorado por ella. Nadie puede dar por ganadas las próximas citas electorales a estas alturas.
Para tener futuro hay que cambiar de verdad.