César del Río
Sucede en España. Esta es la historia de un hombre, funcionario, que llega a su puesto de trabajo a las 7.30 horas, ficha para que quede constancia, y se va. No vuelve por allí hasta las 15.30 porque es a esa hora cuando tiene que fichar para dejar constancia de que ha salido a esa hora. Aunque no haya estado por allí en toda la mañana. Ja, ja, ja… Si no fuera porque es cierto ni Torrente lo hubiera hecho mejor. Todo ello con un sueldete de 50.000 euritos cada mes.
Sucede en el Archivo General y Fotográfico de la Diputación de Valencia y sus compañeros le conocen como «el hombre que nunca estuvo allí». Lo pueden leer en El Mundo y sí, esta es la España nuestra. Resulta, además, que en el Archivo General de cuya Unidad Bibliográfica es jefe apenas hay libros que consultar, de hecho solo hay unos cuantos para uso puramente interno.
No me digan que si Berlanga hubiera pillado esto a tiempo…
Bien, pero no nos equivoquemos. Un grano no hace granero, es cierto, pero ayuda al compañero. Que estoy convencido de que hay más casos como este en otras comunidades autónomas, pues seguro que sí, pero no por eso vamos a criminalizar a un cuerpo que, sí, efectivamente, necesita de una reforma mejor hoy que mañana para separar el grano de la paja y acabar ya con la frase manida de «funcionario tenía que ser…».
Porque al final terminan pagando casi todos por otros. Por otros como el personaje del que hoy hablamos, más propio del Carnaval que está a punto de llegar que de un país que pretende ser serio.
Carles Recio, que así es como se llama este hombre de buen vivir, dice que él solo hace lo que le han pedido que haga y asume que su puesto de trabajo fue creado, como todos hemos pensado desde el minuto uno, de forma absolutamente innecesaria. Ahora solo hace falta que ante su arranque de coherencia, diga que se va, que lo deja de forma definitiva y que intente devolver los emolumentos cobrados durante tanto tiempo así, sin más, solamente por la cara.
No salimos de una y ya conocemos otra…
@CesardelRioPolo
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