Creo, Dios mediante, y no estoy yo este año para muchas ínfulas espirituales (entiéndanse esas ínfulas en su acepción de presunción) que la actual distancia que hay marcada entre el rector de la Universidad de Castilla-La Mancha, Miguel Ángel Collado; y el Gobierno regional es un hecho que podría traer consecuencias en un futuro no muy lejano, pero que en estos momentos se me escapan para explicarlas aquí.
No voy al fin, sino al principio. Esto es, que hay un mosqueo de tal calibre con él que será mejor que lleguen las vacaciones de verano, cada uno repose sus pensamientos y ya veremos cómo es el comienzo del próximo curso.
¿Por qué? Muy sencillo. El consejero de Educación, Marcial Marín, se ha encontrado con dos sorpresas que él entiende muy desagradables después de sendos contactos con Collado. Aunque seguro que si le preguntan niegue la mayor, Educación obliga. Porque cuentan y no paran quienes le conocen que al rector se le ha tenido informado de absolutamente todos los pasos que se iban a dar en la Universidad regional antes de que se comunicara a la opinión pública.
Un ejemplo, la reducción de la subvención nominativa que recibe de la Junta, que no serán los 125 millones que él esperaba (llegó a decir que peligraba la educación universitaria si no se llegaba a esa cifra) sino 103. Collado lo escuchó directamente de boca de Marín y éste entiende que es una deslealtad que horas después dijera a los medios de comunicación poco menos que verdes las han segado y que por ese camino elegido había más piedras de las esperadas.
Lo que yo ya no sé es si es estrategia del rector o le salió así. En cualquier caso…
En cualquier caso esa podría haber sido una y no más, Santo Tomás (a vueltas con la razón), pero hete ahí que con los fondos de investigación desde las alturas políticas entienden que volvió a suceder el mismo episodio. Para posterior mosqueo del Gobierno regional. Presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, incluida.
Primero, como es lógico, fue Marín quien comunicó al rector que en 2012 no se iba a financiar ninguna actividad de investigación, y después fue el rector quien en una carta a la comunidad educativa explicó los pormenores de la situación.
Pero lo que no ha gustado al consejero es que Collado se mostrara poco menos que sorprendidísimo ante la opinión pública. Y por ello entiende que hay deslealtad y que no todos reman en la misma dirección.
Cada uno tiene sus razones, pero sus mundos educativos van, al menos por el momento, por vías diferentes. La razón se la dejo a ustedes. Escrútenla.
Sea como fuere, la distancia entre el rector y el Gobierno es un hecho. Por el bien del mundo educativo debe reducirse. Cuanto antes mejor.