En total somos nueve, seis mujeres y tres hombres. Por lo que «nosotros» estamos en franca minoría, en proporción de tres a uno. Sí, yo trabajo con seis mujeres a mi lado y les aseguro que nunca me sentí discriminado. Las hay de todos los palos. Tres periodistas, de las que una es la directora, la que está por encima de mí en esta portada día sí y día también; una fotógrafa; una publicista y una administrativa. Son mujeres, no bichos raros, y les aseguro que cuentan con los mismos derechos y obligaciones que los demás. Trabajan como auténticas máquinas y esta empresa sería mucho menos si no fuera por su seriedad, disposición, empuje y saber estar.
Sé que no es un máximo común denominador ahí fuera, que con ejemplos como este no tendría sentido celebrar el Día de la Mujer Trabajadora y el 8 de marzo sería una jornada más, en la que todos nos podríamos mirar a la cara sin pensar en discriminaciones ni cuestiones puramente banales. El mundo sería más normal y el machismo quedaría para los libros de historia.
Pero desgraciadamente cada 8 de marzo pensamos lo mismo, hablamos de lo mismo, nos quejamos de lo mismo… Hasta 24 horas después, el 9 de marzo, cuando nuestro chip regresa a la «normalidad». La mujer, por lo general, lo dicen las cifras, sigue discriminada en su trabajo, le cuesta un poco más, y de hecho a nadie se le ha pasado por la cabeza festejar el Día del Hombre Trabajador porque se reirían en nuestra cara. La realidad ha demostrado en más de una ocasión que no es cuestión de sexos, sino de intelectos, que ellas nos han dado vuelta y media en multitud de ocasiones y que si hablamos de compatibilizar vida profesional y laboral hay una diferencia abismal: la mujer nos ha ganado por goleada. A pesar de que los tiempos van cambiando, pero muy poco a poco.
No hablemos tanto y practiquemos más.
Que llegue quien vale, aunque las mujeres nos vapuleen si llega el caso. Que ordenen y manden, que se impongan, que marquen las pautas, que decidan lo que se hace, que cobren más si lo merecen pero nunca menos… Que seamos normales y nos dejemos de ir de machitos, que al final siempre (ellas) nos las dan con queso.
Ah, también crecí entre tres mujeres. Ejemplos de superación diarios.
cesardelrio@encastillalamancha.es