Sobran políticos del bando que sea que cobren de los impuestos de quienes, entre otros, han tenido que pagar hasta el momento los recortes, bien porque la situación heredada fue catastrófica o porque la crisis que nos azota no tiene fin (llega un poco tarde la hora del sacrificio de los políticos en comparación con la de los demás, pero bienvenida sea). No los que trabajan porque esto cambie mirando por el interés común y no por el suyo, que también los hay, aunque cueste creérselo; y tienen que cobrar como cualquier hijo de vecino.
Sobran asesores que huelen a recolocación sin pudor y que cobran de nosotros simple y llanamente para ocupar plaza sin mando pero con un poco de ordeno, a veces mucho, aunque si les dejas al final se te suben a las barbas. No sobran los que trabajan de verdad y demuestran su valía, sí los que han llegado hasta ahí por mor del compadreo.
Sobran instituciones rancias a las que o se les da una vuelta de tuerca completa para que cumplan con su fin original o seguirán siendo un despropósito por los años de los años. No sobran aquellas cuyo trabajo final repercute directamente en el ciudadano, en el día a día y no en el vuelva usted mañana.
Sobran cuentistas que, en nombre del periodismo pero sin ser periodistas, dicen a los suyos lo que tienen que contar o escribir porque piensan que su cuenta final de resultados la podrán presentar con más pedigrí; son meros recaudadores y a ellos qué más les da el periodismo. No los que dejan trabajar y contar los hechos como son.
Sobran cuentistas que, en nombre del periodismo y siendo periodistas, bailan el agua gobierne quien gobierne porque así es más fácil vivir, aunque del periodismo se hayan olvidado por los siglos de los siglos, a ellos qué más les da el periodismo. No los que cuentan lo que hay, que es lo que ven, pase lo que pase, caiga quien caiga y aunque sea a costa de no dormir por lo que pueda venir.
Sobran aquellos que se llaman empresarios y que lo único que han hecho hasta el momento ha sido vivir de la subvención institucional porque es segura y da color. No los que, con subvenciones o sin ellas, se dedican a crear puestos de trabajo para levantar esto y no se lo llevan crudo.
Sobran trabajadores públicos que no dan un palo al agua y a los que tenemos que pagar mes a mes porque por poco menos que designio divino dicen tener unos derechos que los demás no veremos ni por asomo, ni queremos. No aquellos trabajadores públicos que trabajan como si estuvieran en una empresa privada y a la desesperada, que asumen su rol y que sacan de apuros a los ciudadanos, que te atienden y se vuelcan en solucionar nuestros problemas como si fueran suyos; y de estos hay muchos.
¿Sobra usted? ¿O no?
cesardelrio@encastillalamancha.es