Matan indiscriminadamente. Paseas por la calle y te puede tocar. Es el terrorismo del siglo XXI, nada sofisticado y siempre dispuestos a morir matando porque no les importa nada ni su vida ni las de los demás. Ahora se han cebado tanto con el Reino Unido como con Francia. El Daesh, el Estado Islámico, se hace notar a base de sangre. Por religión, por incultura, porque sí. Sin más argumentos que imponer sus «santos» huevos, ahora que parece que están más débiles porque poco a poco los están laminando en los territorios que conquistaron. Pero solo lo parece, porque siguen cometiendo atentados suicidas a diario tanto en Siria como en Irak.

Por sus «santos» huevos los conoceréis

La locura del terror mediante el engaño a sus «mártires», dispuestos a caer con tal de encontrar un mejor lugar en el paraíso. Sometidos a sus telepredicadores que los dan dos alternativas: o lo haces o la tierra caerá sobre ti. Más ahora, que estamos en pleno Ramadán. Porque siempre habrá descerebrados, ejecutores, que tengan a bien pisar a los demás. Atentados que, no olvidemos, les dan publicidad.

Lo peor de todo esto es que hay miles de yihadistas, bien manipulados, dispuestos a seguir asesinando. Y ante la muerte hay que aplicar la ley hasta su última letra y consecuencia. Porque los atentados seguirán su curso. Desgraciadamente. La ideología también mata. ¿Cómo se combate este horror sin sentido?

He ahí la cuestión.

Yo no lo sé. Y seguro que a usted le puede pasar lo mismo. El choque entre religiones no puede llevar a la muerte o, lo que es lo mismo, al terror no se le combate con terror. Más allá de la lógica política de defensa que cada país plantee, absolutamente legítima, necesaria y obligada.

Habrá que plantearse qué ha hecho mal Occidente para que nos hayan convertido en infieles a los que hay que depurar el alma. Que seguro que algo no encaja. Lo que no significa que haya que sembrar las calles de cadáveres.

El IS mata. Hay que pararlos. Solo hace falta saber cómo.

@CesardelRioPolo

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