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11/09/2014junio 8th, 2017
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El último relato viral que circula con éxito por Whats App y se pasan unos ciudadanos a otros entusiasmados cuenta que Dios creó al PP y al PSOE para castigar a los humanos harto de que se entregaran sin freno a las tentaciones con las que Satanás respondía a cada invención divina.

Cansado, pues, de los hombres, dice el relato viral, Dios creo al PP y al PSOE y retó a Satanás a inventar algo peor. «Ahí está ahora Satanás, intentándolo con Pablo Iglesias«, finaliza el cuento.


Supongo que los políticos que hayan recibido esta exposición no le habrán pillado la gracia. E imagino también que la inmensa mayoría de los ciudadanos habrán pensado: ¡Qué bueno! Mi conclusión es que los partidos tradicionales encontrarán la receta a su descrédito cuando sean capaces de sonreír y entender un relato como éste. Y no solo porque el sentido del humor es condición sine qua non de la inteligencia.

Los españoles han demostrado sobradamente ser un pueblo centrado políticamente hablando desde la Transición hasta ahora, pero están cansados de que sus dirigentes se disfracen de gente corriente en cada campaña electoral para pedirles el voto y la confianza y luego hagan una vida tan alejada de la suya. No porque no lleven a sus hijos al colegio como sus vecinos, sino porque el pueblo se ha convencido de que entre los poderosos el que la hace no la paga. Por no hablar de los gestos y signos externos que dulcifican la actividad política mientras que la del ciudadano medio se ha empobrecido y se ha complicado tanto en los años de crisis.

El caso es que Podemos es ya el tercer partido en número de afiliados, el segundo en Madrid, y amenaza con devastar las posibilidades del PP y del PSOE de ser la segunda formación allí donde no ganan tradicionalmente las elecciones. Ahí están los sondeos nacionales o los de Andalucía.

Al ritmo de desgaste que reflejan los sondeos estamos muy cerca de tener un parlamento nacional ingobernable. Quizás pase también en alguna comunidad autónoma y vamos a ver los ayuntamientos.

Pero el remedio no puede ser una ley que solo apoya un partido. Darle la vuelta a la situación a medio plazo y frenarla a corto para que España no sea un caos de siglas de imposibles pactos y gobiernos exige de un cambio radical en la política convencional, en el fondo y en las formas.

En Francia ganaría el Frente Nacional si hoy hubiera unas elecciones. En Italia fue un cómico el que complicó todo y obligó a repetirlas (por no hablar de Berlusconi). En Alemania solo se han salvado con una gran coalición de conservadores y socialdemócratas que parece imposible en España. 

¿Solo escarmentaremos cuando probemos la debacle en carne propia?

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