Ahora que estamos a tiempo de ponerle rumbo a los próximos 12 meses hagamos las cosas bien y tengamos el año en paz, que bastante llevamos pasado y lo que nos queda hasta que las grandes cifras de la economía calienten el hogar de las familias llenándolo de empleo para que se haga el consumo en los exhaustos balances de las pequeñas empresas.
Si son políticos, recuerden que les han votado para solucionar problemas y no para crearlos ni para estar todo el día recordándonoslos. Si quieren la confianza de su pueblo, parézcanse a él y eso significa menos despacho, menos coche oficial y más calle. Recuerden que la opinión pública y la publicada no siempre coinciden, por muy satisfactoria que en ocasiones resulte esta última, muchas veces por razones inconfesables.
Si son representantes sociales de algún colectivo, recuerden que se deben a quienes les eligieron y no a los poderosos que les agasajan con cantos de sirena a cambio de que sean dóciles y les dediquen sus alabanzas. Ya sé que no es fácil, que las tentaciones están a la orden del día y que el miedo es libre e incontrolable, pero la obligación siempre está antes que la devoción.
Si son periodistas, recuerden que nuestro deber es informar y defender la libertad de expresión y la pluralidad en los medios de comunicación. No es noticia todo lo que dice un poderoso ni deja de tener interés lo que dicen o hacen los que están en minoría, no tienen acceso fácil a los medios o, simplemente, carecen de poder político y/o económico. Las empresas periodísticas son un negocio, como todas, pero nuestro negocio es el de informar y no el de desinformar, mentir, ocultar o tergiversar. Y mucho menos si es un medio público, que pagamos entre todos.
Si son empresarios, recuerden que han elegido un camino duro, pero el único en el que son dueños de sí mismos y su destino. Ganar rápido no siempre es el camino más seguro para ganar durante toda la vida. A veces toca perder, es consustancial al riesgo. No se dejen amedrentar ni consientan presiones ni amaños ni que les obliguen a callar. Ni muchos menos que les digan qué tienen que hacer con su dinero. Su plantilla es el mejor aliado para conseguir los fines, ténganlo en cuenta a la hora de decidir en qué condiciones trabaja.
Si son trabajadores por cuenta ajena, recuerden que alguien se juega más por hacer su trabajo y que mirar desde arriba da una visión de conjunto y mayor. Si alguien arriesga más, trabaja más y tiene más claro por dónde hay que ir es justo que gane más. El beneficio empresarial no es el problema, salvo que pase por pisotear sus derechos o saltarse las leyes. En tal caso, no lo consientan. No se detengan, aprendan algo cada día y mejoren su cualificación, porque si lo hacen así quizá puedan encontrarse con un mal empresario que no lo sabe valorar, pero habrá muchos más que sí.
Si son funcionarios, no caigan en la abulia ni el desánimo porque les vienen mal dadas. Les aseguro que ahí fuera es peor. No se dejen influir por los jefes cuando les toquen mediocres ni consientan que les hagan pensar que se deben a quienes por un tiempo ocupan los despachos. Recuerden que sus jefes verdaderos son los ciudadanos que con sus impuestos pagan sus salarios y esperan que estén a la altura de su esfuerzo. Su trabajo no nos es ajeno, sepan que docentes, médicos o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, todos ellos funcionarios, son señalados como lo mejor valorado del país cuando se pregunta al pueblo en las encuestas.
Si trabajan por los demás en alguna ONG o colectivo sin ánimo de lucro que está ayudando a hacer la vida más llevadera a quienes no tienen nada o casi nada, simplemente gracias.
En fin, hagamos lo que tenemos que hacer cada uno y tendremos el año en paz.