martes, 24 de septiembre de 2024
10/04/2014junio 9th, 2017
César del Río César del Río

«Hacer un Aguirre», como ya se conoce el episodio de marras, lo hemos hecho prácticamente todos los que hemos tenido un volante en las manos. Estacionar durante unos minutos donde no debemos, ir al cajero y sacar dinero es una «maniobra» habitual y a diario en cualquier ciudad de España. Seguro que lo ha hecho usted como lo he hecho yo. Y como generalmente no nos multan porque es muy difícil que te pillen, ya que el tiempo es mínimo y dejamos el coche en lugar visible por si…

Pero eso, que hemos convertido en algo normal y que tendría disculpa aunque habría que pagar la correspondiente multa si nos trincaran (aunque durante unos segundos nos den ganas de mandar al agente lo más lejos posible), es una cosa; y otra muy diferente es hacerlo en el carril bus y nada menos que en una ciudad como Madrid donde el tráfico puede llegar a ser infernal. Lo que se agrava si además te llamas Esperanza Aguirre y has sido presidenta de la Comunidad y alcaldesa. Y llega al bochorno absoluto si además no reconoces rápidamente lo que ha sucedido, pagas la sanción, agachas la cabeza, aceptas la reprimenda y te vas a tu casa y no te haces un recorrido mediático por los medios de comunicación poniendo poco menos que a parir a los agentes de movilidad que lo único que han hecho es cumplir con su deber. Que para eso los pagamos, para que su obligación sea sagrada.


Al margen la tocata y fuga de Aguirre, que habrá que dirimir ahora.

«Espe» es de todos y de nadie. Le pasaba lo que a Bono. Se los comían allá por donde iban cuando eran «Espe» y Bono. Se ponían la camiseta de la selección y aunque pareciera increíble les sentaba bien y podían ejercer como modelos de Ágatha o de Valentino. Se ponían a cantar y aunque les parezca más increíble todavía el sonido se transformaba en melodía antes de llegar a nuestros oídos y, oye, que entonaban bien; abrían la boca y ya nos hacían gracia…

Pero chico, acabada su carrera política institucional, que no orgánica, ya que preside (veremos por cuanto tiempo) el PP madrileño, las cañas se vuelven lanzas. Los suyos son los primeros que no se cortan en decir que la ley es para todos, cuando hace unos meses seguro que le hubieran disculpado desde el minuto uno. Aunque entonces la ley también fuera para todos. Así es la política. Defensa a muerte de los acólitos aunque las evidencias sean claras y diferentes para los demás y defenestración cuando ya no eres prácticamente nadie y estorbas para objetivos presentes y futuros.

Que es lo que le ha pasado a ella. Porque Aguirre es de las que ya tienen su carrera hecha y saca la lengua a pasear más de lo que quisieran en el PP. Se ha convertido en una ciudadana más que habla como una ciudadana más. Ya no va en el carril de los políticos y por eso éstos ya no la entienden. Bueno, quizás la oposición esté ahora más que nunca con ella.

La misma política que ponía una sonrisa en la cara de quien le escuchara, fuera su votante o no, ha comenzado su lento y tedioso camino hacia el ostracismo. La misma que nos hacía gracia cada vez que la veíamos en televisión va camino de convertirse en la nueva princesa del pueblo.

Porque al final es el pueblo quien baja del pedestal a alguien con la misma rapidez que le aupó. Que es de lo que todavía no se quieren dar cuenta los políticos cuando están arriba.

Al fin y al cabo, «hacer un Aguirre» lo hemos hecho todos. Pero no todos somos Esperanza Aguirre.

@CesardelRioPolo

cesardelrio@encastillalamancha.es

(Visited 25 times, 1 visits today)