No era la primera opción, pero el calendario de pactos y las obligaciones de Podemos con sus bases han situado la toma de posesión del próximo presidente de la Junta, Emiliano García-Page, en una fecha cargada de símbolos y evocaciones, el 4 de julio, la fiesta nacional de los Estados Unidos, en conmemoración de su Declaración de Independencia en 1776.
El 4 de julio de 2015 no está llamado a entrar en la historia universal, pero lo que empieza en Castilla-La Mancha a partir de esa fecha es también algo nuevo y sin retorno, como en tantas otras comunidades y ayuntamientos donde se han acabado las mayorías absolutas y se imponen cambios drásticos y definitivos en el fondo y la forma de gobernar.
Entramos en un tiempo sin mayorías absolutas que permitan campar a sus anchas al que las obtiene, como si fueran eternas y con ellas todo estuviera permitido. Tiempo de pactos que ya no son de gobierno, sino de investidura y, por lo tanto, con una estabilidad muy corta y renegociables año a año, ley tras ley.
El nuevo escenario político ha llegado sin libro de instrucciones, pero con mensajes muy claros de los ciudadanos a los políticos, sobre todo a los que integran los partidos tradicionales y aún mayoritarios: o cambiáis u os echamos. Que nos se confundan los nuevos, Podemos o Ciudadanos, las exigencias no serán menores, aunque aún gocen de algo más de crédito y de un tiempo de descuento mayor.
Antes del 4 de julio asistiremos a la sesión de investidura, los días 30 de junio y 1 de julio, el primer cara a cara de la presidenta en funciones, María Dolores de Cospedal; y el presidente en ciernes, Emiliano García-Page. Nunca antes enfrentaron sus dialécticas (a ver quién gana el pulso, estarán pensando los amantes del morbo parlamentario). Echará chispas el debate, con las ganas que se tienen. Al principio de todo mantuvieron una relación más o menos cordial, pero estaban condenados a enfrentarse y ahora apenas se soportan, aunque guarden las formas en público. Será también el debut de Podemos y su líder en CLM, José García Molina, en el que hay muchos ojos puestos y no solo de sus fieles. La llegada de este partido a las Cortes regionales y el pacto de investidura firmado con el PSOE han puesto de los nervios a los sectores más moderados y conservadores de la comunidad autónoma y las palabras que el 1 de julio salgan de la boca del candidato de Podemos serán analizadas con sumo interés a diestra y siniestra.
Al final de los discursos vendrán los votos, 15 del PSOE y dos de Podemos convertirán a Page en presidente y cada uno volverá a su tarea.
Veremos cómo se conjugan las dos caras del PSOE castellano-manchego, que se siente más cómodo pescando en los caladeros de la derecha que en los de la izquierda, pero que ha asumido en su programa una gran su vena social, incrementada por las circunstancias y por el acuerdo con Podemos.
En la entrevista que hoy publicamos con él, Jesús Fernández Vaquero, el número dos de los socialistas y presidente de las Cortes, cuenta algunos detalles de la negociación con el partido de Pablo Iglesias y promete que ni los empresarios, ni la derecha tienen nada que temer de un Page que sigue siendo un político moderado.
Habrá que ver cómo sale del atolladero un PP al que le cuesta mucho llegar y mantener su poder en esta región, aunque el perfil castellano-manchego es más proclive a sus siglas que a las de la izquierda. Habrá mucha desmoralización, pero un cierto orden interno al principio y mientras siga Cospedal, decidida a mantener la presidencia regional del PP toda la legislatura para no perder comba en las muchas decisiones que su partido tendrá que tomar después de las elecciones generales, incluida la de encontrar sucesor a Mariano Rajoy, gane o pierda la cita con las urnas.
Completando el irregular triángulo está Podemos, que aparece en CLM más templado que en otros lugares de España y que tiene todo por demostrar, porque lo difícil no solo es llegar, sino mantenerse. Y si no, que les pregunten a sus vecinos en los escaños del PP.