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jueves, 21 de noviembre de 2024
LA VICTORIA DE PEDRO SÁNCHEZ - 25 mayo 2017
Agustín Yanel Agustín Yanel

Hace siete meses, cuando unos cuantos dirigentes, antiguos dirigentes y presidentes autonómicos del PSOE maniobraron para defenestrar a su secretario general, hubo quien opinó que en aquella bochornosa reunión del Comité Federal socialista del 1 de octubre de 2016 terminaba la carrera política de Pedro Sánchez. Se equivocaron.

Cuando Sánchez anunció entonces que iba a visitar las agrupaciones socialistas de toda España, para hablar con la militancia e intentar reconducir el PSOE hacia lo que él cree que debe ser -un partido de izquierdas que aspira a gobernar-, muchas voces le criticaron, y hasta se burlaron de él, porque decían que ya era un cadáver político sin posibilidades de retomar las riendas de su partido También se equivocaron.


Con Susana Díaz y contra Pedro Sánchez

Durante esos siete meses, y de manera especial durante la campaña electoral de los socialistas para las elecciones primarias del domingo 21 de mayo, casi todos los grandes medios de comunicación, numerosos tertulianos, muchos politólogos y casi todos los presidentes socialistas de comunidades autónomas se pusieron de parte de Susana Díaz, la defendieron como la mejor candidata para ser secretaria general del PSOE -algunos lo hicieron con tan exagerados elogios que producían vergüenza ajena- y dijeron que Pedro Sánchez no tenía ninguna posibilidad. Igualmente se equivocaron, como se han equivocado muchas encuestas.

El contundente triunfo de Pedro Sánchez frente a Susana Díaz es mucho más que los 15.000 votos de diferencia que él ha sacado: es una prueba de que la sociedad ha cambiado y las bases del PSOE también; que esas bases, los afiliados y afiliadas al partido, ya no aceptan que unos cuantos dirigentes hagan y deshagan a su antojo -en algún caso, quizá mirando más a sus intereses personales que a los del partido y el país- y se acuerden de ellos solo cuando tienen que pedirles el voto.

Las bases del PSOE han acudido masivamente a votar en las primarias (el 80 por ciento de la afiliación fue a las urnas) y han dicho que no aceptan imposiciones desde arriba, que quieren ser escuchadas, que no son solo un número para incrementar la lista de afiliados y que quieren ser parte de las decisiones que adopte su partido.

Susana Díaz debería tomar buena nota de lo que ha ocurrido y asumir su fracaso con humildad, una virtud que no ha mostrado durante la campaña electoral. Ella quería ser la secretaria general del PSOE y, al mismo tiempo, continuar en el cargo de presidenta de la Junta de Andalucía. ¿Recuerdan las muchas críticas de los socialistas a María Dolores de Cospedal, justificadas, cuando ganó las elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha y ocupó ese puesto al mismo tiempo que era secretaria general del PP?. La falta de coherencia no es buena en política; la ambición personal excesiva, tampoco.

La candidata Díaz ha exhibido con ostentación y orgullo el apoyo que le daban los presidentes autonómicos de su partido y figuras que fueron importantes en el mismo pero que ya no están en primera línea y forman parte del pasado: Felipe GonzálezAlfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba… Eso no ha sido bueno para ella, porque la afiliación del PSOE no han visto ahí ninguna renovación sino continuismo, y han optado por dar una oportunidad a quien dimitió de diputado por mantener la coherencia con lo que había dicho: Sánchez repitió una y otra vez que no iba a apoyar, ni con su voto ni con la abstención, a Mariano Rajoy para presidente del Gobierno, y dejó su escaño para cumplirlo. El famoso «no es no».

Una tarea importante y difícil

Solo el tiempo dirá si Pedro Sánchez es un buen secretario general del PSOE a partir de ahora y si es capaz de recomponer un partido muy dividido. Tiene delante la importante y difícil tarea pacificar el partido, devolver la confianza a los militantes y trabajar para intentar recuperar los millones de votos que ha perdido en las dos últimas elecciones. No lo tiene fácil, porque en el PSOE, aunque todos hacen en público llamamientos a la unidad y a trabajar juntos, habrá quien no le perdone que les haya roto todas sus previsiones y expectativas al ganar por segunda vez unas elecciones primarias, tras las de 2014 en que ganó a Eduardo Madina.

Entre Pedro Sánchez y Susana Díaz ha estado Patxi López, el primero que anunció su candidatura a secretario general de los socialistas. Lo tenía muy difícil, y casi nadie pensaba que él pudiera ganar, pero puede sentirse satisfecho porque ha hecho una campaña seria, sin insultos y centrada en recuperar el PSOE en beneficio del partido, de la ciudadanía y de todo el país. Un buen ejemplo para otros políticos.

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