En el Partido Popular saben que la querella que han presentado contra el PSOE tiene muchas, muchas posibilidades de no prosperar. Incluso puede que el juez ni siquiera la admita a trámite, porque no reúne los mínimos requisitos necesarios para que decida investigar. Pero, pese a saberlo, como reconocen en privado algunos cargos populares, la han presentado porque a Alberto Núñez Feijóo y a muchos dirigentes de su partido eso les da igual pues su única intención es hacer ruido, crispar y utilizar a los jueces como arma arrojadiza contra el Gobierno de coalición progresista.
Lo ha dicho su portavoz, Borja Sémper, con su particular bola de cristal: «Esto va a ir engordando y va a provocar que se vaya desangrando el Gobierno». Y ha rematado: «Lo que hoy son sospechas se acabará convirtiendo en evidencias».
Hace ya bastante tiempo que el PP practica una oposición más propia de un plató de televisión que de una fuerza política seria que aspira a gobernar en España. Ahora, además, contribuye a judicializar todavía más la vida política con una querella basada exclusivamente en las declaraciones de un empresario anónimo. ¿Ningún abogado, asesor o dirigente del PP le ha dicho a Núñez Feijóo que esa querella debería tener un soporte más sólido que una mera declaración anónima?
Comisiones por las mascarillas y fraude en el IVA de los hidrocarburos
En el conocido como caso Koldo -en referencia a Koldo García, que fue asesor de José Luis Ábalos, exministro de Transportes, exsecretario de Organización del PSOE y ex mano derecha de Pedro Sánchez-, la Audiencia Nacional investiga si hubo cobros ilegales en la compra de mascarillas durante la pandemia de la COVID-19. Los investigadores consideran que el empresario Víctor Aldama es uno de los cabecillas y comisionista de esa presunta trama de corrupción. Se encuentra en prisión desde el pasado 7 de octubre, cuando fue detenido por su presunta implicación en un fraude en el IVA de hidrocarburos que, según la Fiscalía Anticorrupción, habría alcanzado los 182 millones de euros en dos años.
Un empresario anónimo, que se considera estafado en ese fraude de los hidrocarburos, ha declarado al digital The Objective que él y otra persona, por encargo de Víctor Aldama, en octubre de 2020 llevaron a la sede central del PSOE en Madrid 90.000 euros, en dos bolsas de plástico dentro de una caja de cartón.
No parece lógico que, para llevar a cabo una operación ilegal como sería esta, alguien del PSOE se cite en la sede del partido para que le entreguen 90.000 euros, como pago a cambio de una licencia para poder vender el combustible con el que presuntamente realizaron el fraude en el IVA. Y es difícil de creer que quien lleva ese dinero entre en la sede socialista por la puerta principal, donde registran su identidad como hacen con todas las visitas, en vez de acceder por el garaje para no dejar rastro. Pero eso es lo que ha declarado ese empresario anónimo. Y eso, solo eso, es lo que ha servido al PP para presentar en la Audiencia Nacional una querella contra el PSOE por los delitos de financiación ilegal, cohecho y tráfico de influencias.
«Y tú más»: una foto de hace 30 años y acusaciones sin pruebas
A pesar del poco fundamento de esta querella, tal como reconocen distintos juristas e incluso algunos dirigentes del PP en privado, el Gobierno y el PSOE no deben responder con el clásico «y tú más» como han hecho. Echar en cara ahora a Núñez Feijóo, una vez más, que hace más de 30 años se fotografió en un yate con el narcotraficante Marcial Dorado no es un argumento serio. Y, por parte del PP, dar por hecho sin tener ninguna prueba que el presidente del Gobierno está implicado en lo que presuntamente hizo su exministro Ábalos, tampoco es nada serio.
Y no es serio que desde ambos partidos respondan al otro relatando la lista de casos de corrupción en los que están o han estado implicados cargos públicos de uno y otro, como si estuvieran midiendo cuál de ellos es más corrupto. Eso no contribuye a resolver ninguno de los problemas de la ciudadanía, que es en lo que deberían centrar todas sus fuerzas. Las críticas so necesarias, pero deben hacerse con fundamento.
El bochornoso espectáculo que se ha vivido el 16 de octubre en el Congreso de los Diputados, en la sesión de control al Gobierno, solo contribuye a la desafección y el aborrecimiento de la ciudadanía ante la vida política. Deberían encargar una encuesta para saber qué porcentaje de personas cambia de programa en su televisor cuando comienzan a informar sobre los rifirrafes y broncas parlamentarias. Quizá, al ver sus resultados, algunos dejarían de crispar y montar broncas innecesarias.