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27/08/2015junio 8th, 2017
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Mientras Castilla-La Mancha sestea, salvo los afortunados que pueden evitar agosto como tiempo obligatorio de vacaciones, los responsables y los funcionarios de Hacienda trabajan en los Presupuestos de CLM para el año 2016, la primera prueba de fuego para el Gobierno de Emiliano García-Page y una necesidad imperiosa tras un año electoral con cambio de gobierno incluido.

Conscientes de ambas cosas, fue uno de los primeros encargos a los consejeros. «Poneos a trabajar ya en los Presupuestos», fue la primera orden que el vicepresidente, José Luis Martínez Guijarro, dio a los secretarios generales de las Consejerías la primera vez que se reunieron tras la toma de posesión del Ejecutivo. En agosto se teje el grueso de las cuentas públicas para el próximo año, que serán aprobadas en septiembre por el Consejo de Gobierno y presentadas a las Cortes para su tramitación parlamentaria y aprobación antes de fin de año.


Estos Presupuestos de Page serán mirados con lupa. Son los primeros que presenta un gobernante socialista tras el desastre económico y financiero de los gobiernos de José María Barreda, que recibió la comunidad menos endeudada de España y con superávit y entregó la segunda con más deuda y la primera en déficit. Los 21 años anteriores, José Bono había liquidado todos sus presupuestos con un ligero superávit o en equilibrio presupuestario, pero el desastre de Barreda fue tal que lo que queda en la memoria colectiva de la mayoría de los castellano-manchegos fue la segunda etapa y no la primera, más larga y fructífera.

Por lo tanto, las primeras cuentas de Page al frente de la Junta serán minuciosamente observadas, dentro y fuera de CLM, por inversores de toda condición y autoridades políticas y financieras suprarregionales. Todo un examen y un reto para el consejero de Hacienda, Juan Alfonso Ruiz Molina, una de las cabezas mejor armadas del Ejecutivo. 

Alguien con conocimiento de causa, de cuentas y del personaje, me dijo hace unos meses, cuando yo mostraba mi preocupación por la delicada economía de la Junta y la repercusión en ella del acuerdo de investidura: «Mientras Juan Alfonso esté ahí, estate tranquila». Que así sea. Pronto se verá. 

Además de por todo lo expuesto, los Presupuestos Generales de la Junta para 2016 estarán bajo lupa porque son los primeros que recogen las medidas del acuerdo de investidura con Podemos y esos 500 millones extras para luchar contra la pobreza. Pese al aviso con que se cerró el curso político, lo normal es que si el  acuerdo de investidura se recoge tal y como se firmó, los Presupuestos cuenten con el voto favorable de Podemos. Pero aún no se ha explicado de dónde salen los dineros extras para las promesas extras y más urgentes. También dentro y fuera, y por esta segunda razón, esas cuentas serán especialmente escrutadas.

Citaré en tercer lugar, aunque no menos importante, un tercer frente que mirará bajo lupa esas cuentas, los ciudadanos de Castilla-La Mancha, ávidos de soluciones tras años de recortes y alentados por las promesas sociales del PSOE, de Podemos y del PSOE+Podemos.

El PP, ya entrenado en presupuestos, se sabe las zonas de luz y de sombra en esta materia, conoce bien lo que cuestan las cosas y no va a pasar ni una. Tampoco los observadores de dentro y fuera. Ni los ciudadanos, cansados de esperar a que la recuperación tenga un efecto racimo.

Así que la tranquilidad de agosto vendrá bien a los contables del Gobierno para mantener la concentración que necesitan para hilar fino, cuadrar números y poner la primera piedra importante de la legislatura, los Presupuestos Generales de la Junta para 2016. El equipo de Hacienda es uno de los que tiene más experiencia en la tarea, sino el que más, y les hará falta poner sobre la mesa todo lo que saben.

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