¿Qué ocurriría si los líderes políticos se olvidaran de promesas imposibles de cumplir y de ocurrencias, durante la campaña electoral, y se dedicaran a explicar propuestas realistas para mejorar la vida diaria de la gente? Estarían dando el primer paso para que una ciudadanía mayoritariamente desencantada -excepto una parte de sus militantes y los seguidores más fieles de cada partido- empezara a confiar en ellos de nuevo. Pero eso, lamentablemente, no lo verán nuestros ojos ni lo escucharán nuestros oídos.
Durante 15 días, entre el 10 y el 24 de junio, los dirigentes de PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos van a soltar por su boca a diario promesas y más promesas, algunas propuestas irrealizables y ocurrencias varias. Unos más que otros, eso sí.
CAMBIAR PARA LA CAMPAÑA
Mariano Rajoy, presidente en funciones y líder del PP, está ofreciendo ya su cara más personal y amable: entrevistas, debate electoral a cuatro que en diciembre rechazó, presencia en programas de televisión a los que jamás hubiera sido imaginable que acudiera… Pero no puede impedir el daño que producen al PP los muchos casos de corrupción que afectan a dirigentes del partido, alguno de ellos en prisión.
Pedro Sánchez, candidato del PSOE, acusa a su adversario Pablo Iglesias de cambiar de ideología como de camisa para ganar votos, porque el líder de Podemos se declara ahora socialdemócrata como si fuera un militante del Partido Socialista de toda la vida. Y también tiene lo suyo con Manuel Chaves y José Antonio Griñán en el caso de los ERE falsos, aunque ambos hayan dejado la política y el partido. Entre los socialistas hay quien está al acecho para lanzarse directamente contra Sánchez si, como vaticinan las encuestas, el 26-J queda detrás de Podemos.
IGLESIAS, DE SOBERBIO A HUMILDE
Pablo Iglesias, aconsejado por otros dirigentes de Podemos y expertos en comunicación, trata de quitarse de encima la imagen de soberbio que tiene y se presenta con una humildad que hasta ahora no ha demostrado, aunque de vez en cuando no puede evitarlo y vuelve a las andadas.
Albert Rivera, de Ciudadanos, se presenta como el adalid de la lucha contra la corrupción y arremete contra Podemos, incluso utilizando esa estrategia de la derecha de meter miedo con el comunismo porque Iglesias se ha coaligado con Izquierda Unida. Como su partido se ha constituido en muchas localidades por una extraña mezcla de gentes procedentes de otras formaciones políticas muy distintas, cada dos por tres le dan algún quebradero de cabeza.
Auque no encabeza ninguna candidatura, también hay que citar a Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida y número cinco de la candidatura de Unidos Podemos por Madrid, que mantiene la buena imagen que se ha ganado en los últimos tiempos y que reflejan las encuestas. Su coalición con Podemos y otros partidos es importante para IU, aunque un sector de esta formación la critica, pero beneficia sobre todo al partido morado de Pablo Iglesias.
DECEPCIONADOS POR EL «Y TÚ MÁS»
Con este panorama, y tras haber visto que los principales líderes políticos han estado durante más de cuatro meses mareando la perdiz y utlizando permanentemente la fórmula del «y tú más», muchos electores se preguntarán si merece la pena votar y a qué partido. La respuesta no ofrece ninguna duda: no solo merece la pena votar, sino que hay que hacerlo.
Si no fuera porque las elecciones son el momento más importante de una democracia, muchas personas, al escuchar lo que dicen algunos políticos y compararlo con lo que hacen, tendrían ganas de decir «yo ya paso de política y no voy a votar». Pero nadie puede pasar de la política, porque las decisiones políticas afectan a toda la ciudadanía en su vida diaria. Por eso hay que votar, el próximo 26 de junio y siempre que seamos convocados para acudir a las urnas. Cada cual a quien quiera, con total libertad.