Con lo fácil que es preguntar algo con claridad y sencillez, para que se entienda bien, y a veces hay quienes se empeñan en complicar la pregunta. ¿Lo hacen por despiste, por incapacidad o porque intentan inducir la respuesta hacia lo que ellos prefieren? Que cada cual piense lo que quiera, pero la pregunta que ha planteado la dirección de Podemos a sus bases, para que digan si sus 42 diputados deben apoyar a Pedro Sánchez para ser investido presidente del Gobierno, es de todo menos clara y sencilla. Huele a tendenciosa, y no es la primera vez que lo hacen.
Pablo Iglesias lleva dos meses diciendo que quiere formar parte de un Gobierno de coalición con el PSOE y Pedro Sánchez lleva el mismo tiempo diciéndole que no, que Podemos es su socio preferente para pactar y aplicar políticas de progreso pero que no le va a nombrar ministro. Le ofrece cargos en la Administración y en la dirección de empresas públicas para gente del partido morado y, como mucho, incluir en el Consejo de Ministros a alguna persona independiente próxima al partido morado en carteras más técnicas que políticas. Y así un día tras otro, desde las pasadas elecciones generales del 28 de abril.
Los críticos no quieren a Podemos en el Gobierno del PSOE
En Podemos existe un sector crítico que no quiere que su partido forme parte del Gobierno, porque dicen que serán más eficaces trabajando desde la oposición para que el Ejecutivo socialista y el Parlamento aprueben sus iniciativas. Ante esa situación, lo más lógico habría sido que la dirección de la formación morada hubiera planteado una sencilla pregunta: «¿Estás de acuerdo en que Podemos entre en el Gobierno? Sí, no o abstención». O ésta otra: «¿Prefieres que Podemos forme un Gobierno de coalición con el PSOE, con los ministros nos que correspondan y estos objetivos [que deberían explicar], o aceptas un Gobierno de cooperación, con alguna persona independiente de nuestra órbita en el Consejo de Ministros y con cargos en la Administración y en empresas públicas?»
Pero no ha sido así. La pregunta que han planteado tiene miga: «¿Cómo deben votar los diputados y las diputadas de Podemos en las sesiones de investidura de la XIII legislatura?». Y les ofrecen dos opciones para elegir:
«1. Para hacer presidente a Pedro Sánchez, es necesario llegar a un acuerdo integral de Gobierno de coalición (programático y equipos), sin vetos, donde las fuerzas de la coalición tengan una representación razonablemente proporcional a sus votos».
«2. Para hacer presidente a Pedro Sánchez (ya sea mediante el voto en blanco o la abstención), basta con la propuesta del PSOE: un Gobierno diseñado únicamente por el PSOE, colaboración en niveles administrativos subordinados al Gobierno y acuerdo programático».
Es más que probable que, ante esas dos opciones, la mayoría vote a favor de la primera que, ¡oh, casualidad!, es la que quiere Pablo Iglesias. Pero, ¿y los inscritos e inscritas que están en contra de que Podemos entre en el Gobierno (ni con ministros ni con otros cargos públicos), cómo lo van a decir? Les resultará imposible, porque en la consulta no han contemplado esa posible respuesta. Y los que crean que los 42 diputados morados deben abstenerse en la votación de investidura, facilitando así que Sánchez gobierne en solitario con apoyos puntuales, tampoco podrán decirlo porque no se les ha dado esa opción para responder. Quizá quienes han redactado las preguntas habrán pensado que era mejor no ofrecer esas posibles respuestas, por si acaso la mayoría les decía que no se debe entrar en el Ejecutivo y fastidiaban las aspiraciones de algunos.
Pregunta «tendenciosa» y «un insulto a la inteligencia»
Teresa Rodríguez, líder de Podemos en Andalucía y la más importante voz crítica en el partido frente a Pablo Iglesias, ha visto la jugarreta y ha reaccionado con contundencia, como acostumbra. Ha dicho que no va a votar, porque esta consulta es «abiertamente tendenciosa» y «un insulto a la inteligencia». Se ha quejado de que en la consulta no se explica con qué objetivos se entraría en el Gobierno del PSOE y tampoco se ofrece la posibilidad de que los inscritos opten por votar a favor de la abstención en el debate de investidura.
Tiene mucha razón. Y no es la primera vez que Podemos plantea a sus bases una pregunta enfocada a conseguir la respuesta que quiere obtener quien la propone. Basta recordar, como ejemplo, la que hizo hace dos años el líder del partido morado en Castilla-La Mancha, José García Molina, a los inscritos e inscritas de la región: «¿Crees que Podemos Castilla-La Mancha debería votar sí a los presupuestos, si con un acuerdo de gobierno se garantiza la puesta en marcha y el control de políticas propias como la renta garantizada o el plan de garantías ciudadanas?».
García Molina no preguntó a las bases si Podemos debía entrar a formar parte del Gobierno de Emiliano García-Page. Hubo muchas protestas de los críticos, pero con esa enrevesada pregunta el resultado fue favorable a apoyar los presupuestos del Ejecutivo regional, él fue nombrado vicepresidente segundo e Inmaculada Herranz ocupó una nueva consejería encargada del Plan Integral de Garantías Ciudadanas.
Desde ese momento se acabaron las críticas de Podemos hacia algunas políticas de García-Page que antes rechazaban y, además, como tardaron mucho tiempo en presentar las dos proposiciones de ley que habían prometido -una de renta garantizada y otra de garantías ciudadanas-, cuando lo hicieron ya no dio tiempo a tramitarlas en las Cortes regionales por la cercanía de las últimas elecciones autonómicas. La pregunta de la polémica fue una excusa para que el secretario general del partido morado en la región consiguiera su aspiración de ocupar un sillón en el Gobierno regional. El resultado en las votaciones del pasado mayo, ya se sabe, ha sido desastroso. Deberían tomar nota y aprender.