Esta semana he recuperado un poco de esa normalidad que tanto echamos de menos. Parece un logro increíble, pero reconozco que tenía mucho miedo, y al final no fue para tanto.
Me llamaron de la consulta del neumólogo para ir a revisión y al principio, incluso dudé si ir o no ir. Tengo miedo de salir, de coincidir con gente, de cometer un error que me lleve a poder contagiarme. El primer paso, fue montarme en el coche otra vez.
Era un nuevo reto más de 70 días después
Más de 70 días después, se convierte en un nuevo reto. Dejar el andador, subir al coche y darte cuenta de que aunque has perdido fuerza y coordinación, todavía hay cosas que puedes hacer.
El hospital prácticamente vacío, limpio cómo no lo había visto nunca y con todas las medidas de seguridad preparadas.
Pero sigo teniendo el mismo problema de siempre… sillones bajos y sin reposabrazos que me ayuden a levantarme de nuevo.
Los obstáculos que no ves hasta que te toca
Según avanza la enfermedad es algo de lo que me doy cuenta, la vida no está preparada para ir por ella con una discapacidad.
Es algo que siempre he dicho, quizá nadie se da cuenta de la cantidad de obstáculos que hay en la vida hasta que no le toca sufrirla.
Un semáforo que no te da tiempo a cruzar, un pequeño escalón para subir un rebaje que, se supone que está preparado para personas con discapacidad, una puerta de ascensor que se cierra rápidamente y no te permite llegar a subir…
Pero me llama mucho la atención que los hospitales tengan ese tipo de sillones, que no solo dificultan a las personas con discapacidad, sino que tampoco están preparados para personas mayores.
Tenía cita a las 10 y a esa hora llegué. Prácticamente no habían pasado ni cinco minutos cuando ya estaba dentro de la consulta.
La verdad es que algo bueno tiene que haya menos gente y es que si todos somos puntuales, las consultas van como un reloj.
Tenía miedo a ir, pero era necesario
Ya he comentado que tenía miedo a ir, pero era necesario, puesto que llevaba más de cinco días afónico y con mocos que hacían que me preocupara por la salud de mis pulmones. Quizá el principal miedo era ese, que me dieran una mala noticia, que mi capacidad respiratoria hubiera bajado en estos meses por culpa de tener menos actividad física.
Hay una parte que yo veo sin ir al médico, sé perfectamente que en estos meses he perdido fuerza muscular en articulaciones y mucha coordinación en el movimiento.
Pero hay otra parte, que la enfermedad se va «comiendo» y que no veo, y sin duda, los pulmones son una de esas partes fundamentales para seguir viviendo, en una persona que tiene ELA.
El médico me dice que sigo fuerte, la mejor noticia
Al final, los mocos estaban en la parte alta y los pulmones no estaban afectados. El doctor me dice que estoy bien, que sigo fuerte y, sin duda, esa es la mejor de las noticias que te pueden dar.
Ya una vez perdido el miedo a salir, decidí ir a cortarme el pelo, que ya va haciendo falta.
Es increíble el esfuerzo que han hecho de adaptación estos pequeños establecimientos, para proteger la salud de los que ahí trabajan y también atender de una manera segura a sus clientes.
Ángela, como siempre, está muy atenta de mí desde que llego a la peluquería. La verdad es que esa es la mejor parte de la cercanía que tienen los establecimientos de tu localidad. Apenas tengo que explicar lo que quiero, porque ya se lo conocen de memoria.
¡Parece que me he quitado unos años de encima en apenas media hora!
Una campaña para animar a comprar y consumir en La Roda
Por eso, desde el Ayuntamiento que tengo el orgullo de presidir, comenzaremos una campaña esta semana para animar a la gente a comprar y consumir en nuestra localidad, que facilite la reactivación de la economía y el empleo en La Roda.
Es el momento de abandonar viejas costumbres, que todos y todas hemos adquirido en los últimos años, con las grandes plataformas electrónicas y las grandes superficies comerciales.
Seguramente éstos nos ofrecerán un mejor precio, pero no sé si el suficiente para obviar los grandes beneficios que tiene el comercio de cercanía. Y como digo, esto no es culpa de los demás, la culpa empieza por nosotros mismos.
Por poner un ejemplo, esta semana he comprado una silla adaptada para la ducha y aún sabiendo que el precio que me ofrecía una gran ortopedia en internet era de hasta 60 euros más barata que en La Roda, yo decidí comprarla aquí… donde me la han dado montada, donde si tengo un problema sé que encontraré a una persona al otro lado y no un teléfono o un mail; donde cuando me rompí un pie, me dejaron una silla de ruedas prestada hasta que conseguí tener una propia.
El valor de las cosas no se mide en euros
Quizá antes valoraba menos esos detalles, pero como siempre digo: «En los pequeños detalles está la diferencia«.
Por eso amigos y amigas, cuando vayáis de compras, no solo miréis la etiqueta con el precio, porque el verdadero valor de las cosas no se mide en euros.
El regreso del mercadillo
Por último, ayer recuperamos nuestro mercadillo de los sábados. La verdad es que me daba mucho respeto abrirlo, por la cantidad de medidas a tomar para garantizar la seguridad, tanto de la gente que se dedica a la venta ambulante como de la que va a comprar.
Cuando estás en política no esperas que la gente te dé las gracias por recuperar un servicio, pero estoy convencido de que si las cosas hubieran ido mal, lo habrían aprovechado para atacarnos.
Al final, todo salió mas o menos bien. Quiero dar las gracias a María José y a Juan Luis por su trabajo previo para garantizar esa seguridad y a todas las personas que ese día trabajaron para que todo estuviera ordenado.
Seguiremos dando pasos para recuperar esa normalidad que nos ha robado el Covid-19.
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