Como si se tratara de un clásico del boxeo mundial que se repite día tras día, durante una eternidad, nos enfrentamos a este gran dilema, a este gran combate. Mohamed Ali, Tyson, Holyfield, o el mismísimo Rocky Balboa, hubieran luchado hasta le extenuación para conseguir la victoria.
Solo gana el que pelea
Y nosotros, que no estamos entrenados, debemos seguir su estela, porque solo gana la batalla el que pelea, el que no se rinde.
Conozco a Ángela Jiménez desde que era prácticamente un bebé. Ella ha crecido a mi lado y yo también crecí al suyo, aunque separados por unos cuantos años. Siempre ha sido invencible, imparable, no se rendía nunca, peleaba contra Goliat, siento un David cualquiera.
Valores que se llevan dentro
Valores que no se enseñan, que se llevan dentro y ella los llevaba, vaya que si los llevaba. Ahora, después de muchos años, se ha convertido en un pilar imprescindible en mi vida.
No solo es una de las caras que lleva a la asociación adELAnte por todos sitios, sino que ahora también es la encargada de sacarme esos valores que yo no llevo, cuidando mi cuerpo, como mi fisio particular.
Espero que esto pase pronto y puedas volver a casa a cuidarme, antes de que sea demasiado tarde.
Gracias por quedarte en mi vida y muchas felicidades mi pequeña.
Te queda mucha vida por delante, y ojito si algún boxeador se atreve, porque con tus puños de acero no necesitarás mucha fuerza para vencerle. Sé feliz y sigue siendo tan buena como lo eres ahora.
Boni vuelve a casa tras 53 días contra el virus
Después de 53 días luchando contra el virus, ayer Boni llegó a casa. Vi el vídeo que compartió su hijo Sergio, con su hermano Hernán y su madre Mari Carmen y todavía se me ponen los pelos de punta. ¡Qué alegría amigos!, ver bajar del coche a Boni.
Todavía no tiene fuerzas, pero esas se recuperan y después de tanta lucha, no habrá nada que te pare en la difícil labor de vivir. Tus puños han derrotado al más duro de los boxeadores de los que te has enfrentado.
Volveré a montar contigo en el «tentos»
Pero de vez en cuando el boxeador al que te enfrentas es más fuerte que tú…
Ayer mi tía Josefa perdió la batalla y se nos fue. Sin duda, creo que parte de mi personalidad se la debo a ella. Soy igual de «pinche», de bromista… Ella siempre fue la del «tentos», que era como yo llamaba a su Seat 600 cuando era pequeño y me quería subir.
No había vez que fuera a ver a mi abuela y no pasará a verla. De toda la familia de mi padre, quizá ella era la mas juerguista. Sin embargo, decidió irse sin contar a la mayoría lo que le pasaba. No hace mucho que hablé con ella por teléfono, porque me dijeron que estaba pachucha, pero no me dijo nada más que… «son cosas de la edad».
No te llevó el virus, pero él nos impide acompañar a tu hijo, a tu nuera, a tus nietos, hermanos y hermanas, en tu despedida y poder llorar en compañía y no en soledad como hoy lo hacemos.
Quizá esto sea lo peor de lo que estamos viviendo, porque morir, moriremos todos, pero es muy triste tener que hacerlo sola.
Pero tía, tranquila, que «solo muere lo que se olvida». Y siempre sonreiré al pensar que volveré a montar contigo en el «tentos».
Comparto con todas las personas que me leen hoy una canción dedicada a mi tía, una de mis canciones preferidas.
Yo hoy lucho para recuperar mi voz, aunque como bien dibuja mi querida Inma Bañegil, «mi corazón llega adonde no llega mi voz» y, aunque hoy no pueda gritar y llegar lejos, mi corazón está contigo.
Por favor, si os encontráis en el camino a uno de esos boxeadores tan duros, no dejéis de pelear, porque antes de llegar a la muerte tenemos que ser capaces de vivir un poco más.
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