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Crónica 14/10/2015junio 7th, 2017

Como si viviera en permanente luna de miel con la presidencia de Castilla-La Mancha, a Emiliano García-Page aún no se le ha borrado la sonrisa que lleva en el rostro desde que supo que sería el jefe de la Junta. Se le ve feliz y confiado, como si nada pudiera salir mal, aunque sabe que todo va a costar mucho.

Después de haber estado desahuciado por las encuestas, por sus rivales, por una parte del empresariado, por el grueso del universo mediático y por algunos compañeros de partido, no esta dispuesto a que nada ni nadie le amargue la fiesta y cree que todo es posible por difícil que resulte sacar adelante el día a día y desenredar una madeja, Castilla-La Mancha, en la que todo son necesidades, urgencias y penurias.


“Con la misma población que toda la provincia de Cuenca, Fuenlabrada se atiende con 3 centros de salud y en Cuenca hacen falta 35”. Un pequeño botón de muestra de lo que supone dotar de servicios públicos a esta comunidad del furgón de cola de España en la que apenas 2 millones de habitantes se reparten por más de 80.000 kilómetros cuadrados.

Mucho paro, mucha deuda, poco PIB y mucha ansiedad en colectivos y ciudadanos que piden insistentemente hablar de lo suyo con el presidente. Es lo que hay. Y va para largo.

“Yo a usted no le voté, pero tengo mucha esperanza en que tiren del carro. Me quedo con ese mensaje”. Así se presentó ante las varias decenas de periodistas que ayer acudieron al espectacular cigarral del Santo Ángel Custodio para escuchar su balance de 100 días en el mismo lugar en el que intuyó que sería presidente la noche del 24 de mayo, la de la más dulce derrota de su vida. Con el Tajo al lado, discurriendo como testigo de sus promesas.

Y es que a Page le gustan los símbolos, ocuparse y preocuparse de los detalles y descender a la micropolítica para evitar sorpresas y conflictos que luego pueden enquistarse y hasta dar al traste con unas elecciones por un puñado de votos. Cuida las puestas en escena y la de ayer no fue una excepción: el sitio que le dio suerte el día más importante de su vida política, el Tajo y el Gobierno en pleno rodeándole y escuchando sin parpadear sus explicaciones.

“Después de 100 días puedo decir que cumpliremos el programa electoral, es posible”, dijo. Quiere pasar a la historia como un buen gestor y desde el primer minuto la reunión del Consejo de Gobierno se prolonga durante horas martes tras martes, para hablar de todo, con todos y sin pasar por alto detalles. Desde primera hora de la mañana hasta la hora de comer. Y en alguna ocasión, más allá. Además, despacha en persona con al menos un par de consejeros cada semana. Luego está el teléfono y su deseo de conocer y hablar personalmente con los equipos de cada departamento, desde los directores generales hasta los jefes de servicio.

Dos nombres destacan en el Ejecutivo por su cercanía con el presidente. El del vicepresidente, José Luis Martínez Guijarro, que se ganó la confianza de Page en los duros años de la travesía del desierto haciendo oposición. Y Juan Alfonso Ruiz Molina, el consejero de Hacienda y Administraciones Públicas, curtido en misiones difíciles y cuyas opiniones el presidente tiene muy en cuenta. Su influencia crece día tras día.

Fueron muchos los que le dieron la espalda antes de las elecciones, pero hoy “la gente nos acoge bien”, aseguró mirando al frente. Y luego desgranó durante algo más de media hora los cinco ejes de la acción de gobierno en estos algo más de tres meses, cinco líneas maestras que quiere que se consoliden en cuatro años y cada una de ellas con su frase-titular, otra de sus especialidades y marca de la casa.

Cercanía y accesibilidad son las claves de la primera línea de trabajo, consciente de que el mal trato con la gente fue la primera y más universal crítica que recibió el PP y María Dolores de Cospedal durante sus cuatro años de gobierno en Castilla-La Mancha. “Estamos vacunados contra la soberbia”, proclamó. Y prometió no hacerse trampas al solitario encerrando al Gobierno en los despachos y limitando el contacto a la lectura y/o contemplación de medios de comunicación cuya docilidad se ha comprado previamente con un reparto arbitrario y ad hoc de la publicidad institucional.

Honestidad y transparencia fue el segundo eje expuesto, también resumido en una frase: “Además de ser honesto, este Gobierno tiene que parecerlo. Estoy muy orgulloso de que nadie se haya planteado dejar de estar en el Gobierno porque tiene miedo a declarar sus bienes, patrimonio e intereses”.

Compromiso con la tierra, gente de Castilla-La Mancha trabajando por Castilla-La Mancha, vino a decir el presidente. “Un Gobierno sin prisas para coger el AVE para volverse a Madrid”, apostilló rememorando la fila de coches oficiales que cada mañana recogía en la estación del tren a altos cargos de la Administración Cospedal y que volvían a dejarlos por la tarde, con destino a la capital, el lugar de residencia de algunos de ellos.

Acento social en la gestión. El cuarto eje que se propone llevar a cabo, con el empleo como prioridad, las ayudas a dependientes, la oficina antidesahucios y la vocación de ser un “Gobierno con sensibilidad, con alma, con corazón”, concluyó este apartado.

Finalmente, recuperación económica, en el lenguaje de Page: “Que la región se vuelva a poner de pie”

Luego ya en las preguntas de los periodistas habló de la oposición. Con recado a Cospedal: «Que cumpla su promesa y aguante cuatro años, como aguanté yo estos cuatro años, que me tuvieron casi en una cámara de gas política». En general, en el Gobierno se habla poco del PP, dicen sus integrantes, si acaso para preguntar qué va a hacer Cospedal. Por el morbo. Más allá de esa curiosidad hoy el PSOE, ¡quién lo diría! no ve peligro en su principal rival. De los chicos de morado, ya se lo contamos ayer: «Con Podemos, podemos». Cada cuál que interprete la frase como considere, pero a Page se le ve tranquilo también por este flanco.

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