Fue candidato a la Presidencia de Castilla-La Mancha en 2003 y fue derrotado por el socialista José Bono. Luego se marchó. Prácticamente en silencio. Apenas un año en las entrañas de la política de esta comunidad autónoma, que se la recorrió prácticamente pueblo a pueblo en un devenir de auténtica locura. Ahora, enfrascado en un nuevo reto al frente de un bufete internacional, ha hablado con abc.es. A una de sus periodistas, Blanca Torquemada, le ha explicado cómo llegó a este mundillo. Es, como bien se pueden imaginar, el «popular» Adolfo Suárez Illana.
Cuando en la época de José María Aznar y por la presión de ETA el PP no podía completar sus listas municipales en el País Vasco, éste llamó a nuestro protagonista y, «ante algo que a mí me parecía absolutamente intolerable, di un paso al frente. Luego se entendió que no hacía falta y me pidieron que fuera candidato autonómico en Castilla-La Mancha. Hice mi trabajo, perdí las elecciones y me volví a mi despacho con toda paz y tranquilidad».
Torquemada le repregunta: ¿No le quedó un regusto amargo? Y él contesta: «Yo soy de los que se arrepienten de muchas cosas de las que han hecho en su vida. Si me dieran la goma de borrar la usaría. Sin embargo, de mi etapa en la política no me arrepiento. Me hizo crecer como persona, aprendí muchísimo y cometí errores (por algo perdí) de los que también he aprendido. Fue una parte de mi vida dedicada al servicio público, y punto. Nunca he querido ser un político profesional. Soy un abogado».
Pero, ¿volvería? le infiere la periodista: «Soy lo suficientemente mayor como para no decir nunca jamás, pero lo veo muy difícil. Mi vida es el Derecho».
Suárez Illana se muestra, como lo ha sido siempre, muy cariñoso con su padre, el expresidente Adolfo Suárez, con quien «todos los días voy a comer con mi padre». Y añade: «Yo diría que está en paz, está tranquilo, te sonríe, te da la mano… Está entrañable».