El actual secretario general del PSOE de Guadalajara, Pablo Bellido, ha tenido que superar su reticencia inicial para liderar un partido que se encontraba herido y fragmentado, y que ahora quiere convertir en una alternativa al PP y en una oposición útil, porque, en sus propias palabras: «No me gusta competir a insultos, porque siempre pienso que voy a perder».
A su pesar, su figura, elegida por casi un 90 por 100 de los asistentes al XIII Congreso Provincial del PSOE de Guadalajara, se ha convertido justo en lo que él no deseaba, en «mesiánica».
«Sólo hay que verme para saber que no tengo nada de mesías», explica a Efe Bellido, alcalde de Azuqueca de Henares y miembro también de la nueva Ejecutiva regional del PSOE conformada por Emiliano García Page, la figura que, como él mismo reconoce, le empujó a reconsiderar su decisión.
«Tenemos muchas cosas en común y mantenemos una relación muy buena, y evidentemente ha intervenido», sostiene el regidor, que considera a Page «el político joven más experimentado que tiene el PSOE en España».
Lo cierto es que su negativa inicial a postularse como candidato, aludiendo a razones «personales», hizo que se movilizara la maquinaria regional y provincial del partido, toda vez que el PSOE de Guadalajara estaba escindido entre los partidarios de la anterior ejecutiva de María Antonia Pérez-León, y el llamado «sector crítico», liderado por el senador Jesús Alique y la ex subdelegada del Gobierno Araceli Muñoz.
Los otros factores que pesaron en su reconsideración son el apoyo recibido y el hecho de que se sintió preparado para afrontar un reto que, como todos los anteriores que ha tenido delante, no había previsto.
«Tuve la suerte de poder ir en listas y ser concejal de mi pueblo, luego me tocó asumir la responsabilidad de alcalde cuando nunca lo había previsto, y ahora de ser secretario provincial, cuando nunca me había visto en estas lides», asegura Bellido, para quien «a cada día le faltan unas 12 horas».
Centrado en renovar el partido, tras haber conformado una ejecutiva rejuvenecida apoyada en Rafael Esteban y Eusebio Robles, relacionados con cada una de las familias otrora enfrentadas, el secretario provincial ha aceptado la responsabilidad de recuperar a un partido derrotado en las urnas, con menos poder y confianza que nunca, y en una «provincia ideológicamente muy complicada».
Algo que también hace extensible al resto de España, donde, al contrario que en Guadalajara y Castilla-La Mancha, los resultados electorales no han pasado factura al líder.
«A Alfredo Pérez Rubalcaba cuesta discutirle el liderazgo. En el congreso nacional había dos muy buenas opciones, cualquiera de ellas es mejor que las que tiene el PP», apostilla Bellido que no achaca la derrota electoral a Rubalcaba, sino a «una serie de causas, algunas atribuibles al PSOE, y otras tantas exógenas».
Tampoco reniega de José María Barreda, a quien considera un «gran presidente», que «forma parte de un presente en el que su figura ya no es la más subrayada dentro del partido», pero al que contrapone con la de la actual presidenta regional, María Dolores de Cospedal.
A este respecto, dice que, mientras que Barreda siempre atendía a los alcaldes y tenía tiempo para visitar los pueblos, «el actual gobierno está encerrado en Fuensalida».
«Que antes había deuda, cierto es, pero también es cierto que antes se daban explicaciones, porque los gobiernos no se asumen a título de inventario, como las herencias, y a Cospedal no se la ha elegido para hacer oposición a la oposición», critica el líder socialista.
En este sentido, ha advertido de que no le gusta «competir a insultos», porque siempre piensa que va a perder, y ha augurado una oposición basada en el respeto pero crítica con las decisiones de los gobiernos del PP que, a su juicio, están basadas en criterios ideológicos.
Entre esas decisiones, una de las más importantes es la de la financiación local, uno de los principales problemas que afrontan los ayuntamientos, a lo que considera «maltratados» por el sistema constitucional, mientras las comunidades autónomas «siguen haciendo política con el dinero que no les corresponde».
«Me parece muy injusto que a los alcaldes se les obligue a hacer una dieta que casi es una huelga de hambre», concluye Bellido.