Talavera: miércoles 15 de mayo, un 15-M, fecha angular en la conformación de Podemos y en general un ventarrón que convulsionó la realidad social y política de España hace ya ocho años, de tal manera que la política ya no volvería a ser la misma en este país desde aquel día. También se celebraba ese día el Día Internacional de la Familia, del que se acordaría el líder de Podemos en Castilla-La Mancha, José García Molina, poco después. Y también era el día grande de la Feria de Talavera, que festejaba a su patrón, San Isidro. Pero vayamos poco a poco.
José García Molina y compañía
Las caravanas políticas son parecidas a las etapas ciclistas: conformadas por jefes de filas, escudero (la sufrida organización), kilómetros y kilómetros, calor, horas y horas de esfuerzo, no se veía el final de la etapa y de la carrera… Ese día día fue el del pico del calor veraniego que copó España en pleno mes de mayo. Tal fecha José García Molina, candidato a la Presidencia de Castilla-La Mancha por Unidas Podemos-IU y Equo, y compañía visitaban la Feria de Talavera; festivo en la ciudad, que honraba a su patrón, más de 30 grados a pleno sol, la gente en la calle desde primera hora.
La comitiva aguardaba al cabeza de lista, que llegaba a media mañana, bajo un sol ya de castigo. El lugar de la cita, la sede de Podemos en Talavera. En ella, entre un grupo de gente de partido que se afanaba en cargar unas cajas para dejar el espacio libre de la sala, se encontraba el número uno de la candidatura a la Alcaldía de Talavera, Sergio Ortiz («¡Un paso al frente, alcalde!», le espetaron antes de hablar a los medios un rato después). Tiempo para un desayuno fugaz. Casi todos atentos a los móviles, justamente cuando llegaban José García Molina y Ramón Espinar (exdiputado en la Asamblea de Madrid, exsenador, invitado a pasar unas horas de campaña en Talavera precisamente un 15-M). En ese justo momento se incorporaba sin tiempo para el café -el suyo, más que fugaz, visto y no visto- Inmaculada Herranz, consejera para la Coordinación del Plan de Garantías Ciudadanas. «No será el primero de la mañana», apuntaba un miembro de su equipo.
García Molina y Espinar llegaban tranquilamente y saludaban, acompañados por una enorme sonrisa cuyo dueño era Julio Pérez del Campo, secretario de Comunicación y Organización de Podemos CLM, el mismo que ganó el Goya al mejor cortometraje documental con «Gaza«.
Es evidente, palmario, el sello de Podemos en la confluencia. Para empezar, una sorpresa: les dijeron a García Molina y a Espinar que se pusieran unas gafas tridimensionales para «captar» bien el mensaje de uno de los carteles electorales de la campaña «Darle la vuelta al mundo», en el que, si se guiñaba un ojo, se veía a Emiliano García-Page, y si se guiñaba el otro, a Pedro Sánchez. Mensaje captado. Sonrisas, campo abierto para un círculo en el que tomaron la palabra Sergio Ortiz, Ramon Espinar y José García Molina. El círculo morado: seña de identidad de Podemos.
Sergio Ortiz agradecía a Espinar «el esfuerzo» de ir a Talavera. Y Espinar arrancaba irónicamente: «Tras el ¡esfuerzo! de venir a Talavera…» Espinar hablaba: «Que nos vean como una parte del pueblo, no como su representación». Consideraba que «se ha cerrado el ciclo político, no así el económico». La crisis, obviamente, permanece.
García Molina intervino para decir que no creía que se haya cerrado el ciclo político: «Estamos en un momento incierto, revolucionario». Y añadía: «No se puede impugnar la representación como tal, pero sí que haya otra España». Se advertía en él a quien lleva cuatro años metido en la arena política. Aseguraba que sí ha habido un cambio en Castilla-La Mancha: «Los periodistas, a diferencia de antes, decían que no sabían lo que iba a pasar en los plenos. Ahora admitían que molaba venir a las sesiones». Molina sí quiere gobernar, «para hacer de España un país progresista», decía quien admitía que «la correlación de fuerzas lo marca todo».
Se ve que Espinar y García Molina son dos profesores metidos a políticos.
También intervino Inmaculada Herranz, que apeló a la emoción: «¡No desfallezcamos! Todo puede ocurrir. El ser humano puede dar un giro bestial. Y sí, hay que gobernar». Y dejó una frase lapidaria: «El PSOE como estructura está vacío de ideología».
Retomó, concluyó, Espinar, que traslucía desencanto de las instituciones: «Te preparas tres días las mociones en la Asamblea de Madrid y en el Senado, te quedan muy bien… pero no valen para nada. Son como una rueda de hamsters. Hay que trascender fuera de las instituciones para ganar la batalla cultural», alertó. El discurso de Espinar llegaba, interesaba, pero surgía la pregunta, que este oyente se quedó con ganas de hacerle, aunque lo intentó: «¿Por qué dejó la política?»
Del debate se pasó a la conveniencia de saltar al ruedo, a la Feria, a «tomar unas cañitas». Uno de los presentes sugirió no ir al Ferial por la dimensión «folclórica» de la misma, que no le gustaba. En seguida los candidatos le hicieron ver que «hay que mezclarse con la gente». Y al ruedo.
En el camino, Julio Pérez del Campo confesaba que ya pensaba en el descanso post-electoral y recordaba lo cerca que estuvo de quedarse varado en Gaza, de vuelta, en la frontera israelí, por un quítame allá unos papeles que no tenía.
Por su parte, la consejera exhibía lo poco que tiene de política y lo mucho de socióloga apasionada, avanzando que no seguirá en ella ya que el trabajo que vino a hacer, ya está hecho.
La comitiva avanzaba bajo un sol de justicia talaverana inmersa ya en pleno Ferial, enorme, lleno ya de un público tempranero. Cómo estaría la feria por la noche… La confluencia de izquierdas, a diferencia de las otras formaciones, no tenía caseta propia, así que se buscaba la vida del hueco donde podía, que no era nada fácil. Se sirvieron las primeras cañas a diestro y siniestro. Y José García Molina, relajado, sonriente, se empeñaba en desmentir esa imagen displicente que proyecta en los medios.
Natural en el cara a cara, se lamentaba de los presurosos tiempos que marcan -forzosamente- los medios, comentaba su pasión juvenil por la guitarra -ese rock sinfónico, emulando a los Yes, Génesis-, aseguraba que la política le había venido a él, recordaba alguna anécdota graciosa de su época estudiantil, decía que echaba de menos la docencia… No ha perdido su tono docente.
Llegó la hora de una cita oficial con los medios a las dos de la tarde. Ahí soltó José García Molina una propuesta que traería cierta cola: «Hoy se celebra el Día Internacional de la Familia. Vamos hacer una propuesta muy clara que vamos a transmitir a las demás fuerzas políticas en la próxima legislatura, al Gobierno y al Parlamento: queremos que el 15 de mayo sea día festivo en Castilla-La Mancha, siendo el día de «las» familias, de todas, de las familias en plural, de todas las formas distintas que hay de familia. Como los festivos están limitados, propondremos, en cuanto comience el nuevo curso político, que la fiesta del 15 de mayo, Día de las Familias, sustituya como fiesta regional al Corpus Christi, del 20 de junio, que instauró Barreda, cuando era más propio que la hubises instaurado Cospedal. El tiempo político es otro, hay que apostar por las familias en plural».
Esta propuesta fue muy criticada especialmente por los principales candidatos a la Alcaldía de Toledo, Milagros Tolón (PSOE) y Claudia Alonso (PP).
La jornada siguió desarrollándose ya instalados en una carpa grande de la Feria. Seguían las cañas y las charlas con los vecinos pero ya el hambre apretaba y, con ella, llegaron los tentempiés. La paella hacía estragos. Se había acabado hace rato. Había que «conformarse» con todo lo demás. Ramón Espinar no llegó a la carpa. Se había marchado antes.
A las cuatro de la tarde había una nueva cita en la sede de Podemos para que los candidatos escuchasen las reivindicaciones, los problemas, las propuestas que les plantearon dos mujeres integrantes de la Asociación de Familias Monomarentales de Talavera (Criasol). Molina y Ortiz atendían sus peticiones, que intentarán trasladar a sus ámbitos respectivos de actuación. El candidato a presidir la Junta les aconsejó que hagan fuerza común con las asociaciones homónimas que haya en España. Ahí está la fuerza. Intervino en el debate como correa transmisora un segundo miembro de la candidatura local, Juan José Romero.
Después de la entrevista a cinco, con testigos (entre ellos dos críos que se portaron bien excepto en un par de ruidosos momentos), llegó el momento de volver a Toledo, donde José García Molina sería entrevistado en un programa radiofónico.
Tras ella, y sin solución de continuidad, la comitiva se marchaba a Albacete, donde haría noche para seguir la campaña un día después de un 15-M marcado por el recuerdo, San Isidro, la reivindicación de las familias, la visita de Ramón Espinar (¡»no hay que caer en la nostalgia del 15-M, ya que siempre lleva al desánimo!»), la naturalidad de José García Molina, el calor, la alegría talaverana, aquel temor en Gaza, el trabajo de los «gregarios» de los líderes de la caravana, y a seguir, a seguir, que ya queda menos…
«Creo que vamos a volver a ser determinantes para conformar un Gobierno en Castilla-La Mancha», vaticinó García Molina. «Corremos el peligro de que el electorado progresista no se movilice», afirmaba Ramón Espinar, que confiaba que en Castilla-La Mancha parte del voto de Page, que no es del de Pedro Sánchez, se traslade a Unidas Podemos-IU-Equo. «Porque nos jugamos el estado del bienestar», alertó antes de marcharse.
Todo ello en un 15-M. Ocho años después del estallido de una ilusión. En Talavera. Una ciudad que se resiste a morir de pena.