El viernes 11 de marzo quedará para la historia una imagen que dará que hablar, la del secretario general de Podemos de Catilla-La Mancha, José García Molina, y la del arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez. A instancias del partido político y en la sede de una de las diócesis primadas de España.
A instancias del partido político y sin una agenda previa clara, el encuentro tendrá lugar a las 10 de la mañana, un vis a vis para hablar de todo y escuchar las posiciones de cada uno y que se produce en medio de la polémica desatada por la petición de Podemos de recortar los fondos públicos que se dedican a la enseñanza concertada en CLM, mayoritariamente en manos de la Iglesia; y el dinero de los presupuestos regionales con el que se sufragan capillas católicas en diversas instituciones, como hospitales o centros educativos.
Según fuentes oficiales de Podemos, el encuentro lo solicitó García Molina y fue aceptado de inmediato por la iglesia toledana. Su celebración la enmarcan en el deseo del partido político de «generar marcos de dialogo y de diálogo sano» con todo el mundo. De hecho, la nota de prensa oficial con la que Podemos ha hecho pública la cita se dice que «esta reunión pretende establecer un diálogo sobre las últimas iniciativas parlamentarias».
Quizás sea la primera reunión de estas características o quizás no, pero no es un encuentro habitual ni previsible, aunque muy sano, por lo que supone de ver sentados pacíficamente hablando dos extremos en la manera de entender la religión.
El sucesor de San Ildefonso, Cisneros o Tavera recibirá en el palacio arzobispal al representante del «anticristo político» por excelencia, el secretario general de Podemos. ¿Se levantará Torquemada desde su sepulcro de piedra en San Pedro Mártir…?