A sus 42 años Rosa Romero, alcaldesa de Ciudad Real, vicesecretaria regional del PP y presidenta provincial hasta el 22 de junio, es uno de los nombres propios del Partido Popular castellano-manchego y con estilo propio, algo raro de encontrar en una organización dominada por el hiperliderazgo de María Dolores de Cospedal y sus incontestables éxitos electorales.
Prácticamente su primer contacto con la realidad laboral fue la Casa de Acogida de Mujeres Maltratadas de Ciudad Real y sus primeros pasos en política fueron la Concejalía de Bienestar Social de Ciudad Real y la presidencia del patronato municipal de discapacitados. Hoy sus colaboradores la definen como una alcaldesa cercana, trabajadora, que delega pero que exige resultados y pierde la paciencia con los fallos innecesarios por falta de planificación.
Mañana publicaremos en encastillalamancha.es una entrevisa con Rosa Romero que ayudará a conocer y quizás entender mejor a uno de los personajes con nombre propio en el PP de la última década. Los ciudadrealeños la llaman simplemente Rosa y la tratan con familiaridad. Ella casi siempre tiene a mano un buen gesto y a veces trata de aliviar de su bolsillo, aunque sea por unos días, los dramas que no puede resolver como alcaldesa. Y es que, como en todos los pueblos y ciudadanes de España, la crisis manda a su despacho tragedias personales y familiares, que no elude recibir.
En 1994 se afilió al PP, en 2002 era su secretaria general regional, en 2003 la portavoz parlamentaria… No se confundan, no fue un cuento de hadas ni un camino de rosas, porque con apenas 30 años, inexperta y debutante en las Cortes, a Rosa Romero le tocó pasar su adolescencia política como secretaria general de un PP sin líder y enfrentarse al José Bono que acudía a su sexta investidura siendo el líder territorial más votado de Europa y tras cosechar el mejor resultado de la historia en Castilla-La Mancha.
Era el año 2003 y el candidato del PP en las elecciones autonómicas de mayo, Adolfo Suárez, había dimitido sin tomar posesión como diputado al no obtener de Javier Arenas y José María Aznar plenos poderes en el PP manchego, que se quedó troceado en familias de todos contra todos. Ella recuerda aquellos momentos sin amargura, pero con frases de tanta contundencia que hacen que el relato no tenga desperdicio. «Me tocó dar la cara por el partido cuando lo difícil no era el adversario, lo difícil estaba dentro» o «tuve que enfrentarme al Bono del mejor resultado de la historia y nosotros estábamos huérfanos» son solo algunas de las citas que podrán leer en la entrevista que publicaremos mañana en encastillalamancha.es.
Rosa Romero ha resistido en primera línea los ataques de la Junta y de la anterior dirección socialista, que declararon Ciudad Real la provincia del todo o nada y hasta le hicieron a esta tierra una ley a medida que provocó que Gobierno y PSOE dejaran aquí una buena parte de sus actuaciones de los últimos cuatro años.
Ella les respondió humillándoles dos veces consecutivas con otras tantas abultadas derrotas en el epicentro y el corazón del poder socialista, la capital y la ciudad natal de su líder, José María Barreda.
Cuando se la pregunta si una Vicesecretaría general en el PP castellano-manchego es suficiente recompensa para su hoja de servicios, ella sorprende: «Podía haber sido muchas cosas en la dirección regional con Cospedal y ella y yo siempre estuvimos de acuerdo en que la mejor opción es que yo estuviera aquí». Y aún hay más. Cuando quisimos saber la causa de su ausencia en el primer Gobierno de Castilla-La Mancha en manos del PP, la respuesta fue otra vez definitiva. La podrán leer mañana en la entrevista y también las razones por las que deja de ser presidenta provincial del PP, una decisión que debió ser difícil y que seguramente meditó bastante.
Rosa Romero ya era famosa, ganadora y dirigente del PP cuando María Dolores de Cospedal llegó a la presidencia regional del partido en mayo de 2006 como la gran apuesta de Mariano Rajoy. Su figura, por lo tanto, era de las pocas que destacaba con poder propio en el universo «popular», donde su estilo y sus opiniones sobre cuestiones tan espinosas como CCM o el aeropuerto de Ciudad Real daban muestras de una heterodoxia que dio mucho que hablar.
Ella niega la mayor: nunca hubo roces ni enfrentamientos entre ella y la presidenta, una «leyenda» cuya autoría achaca a… Sorprende la respuesta, que publicaremos mañana y también cómo contesta a la pregunta de ¿aspira Rosa Romero a suceder a la presidenta en el liderazgo del PP en Castilla-La Mancha?
De todo ello habla en la entrevista, en la que también afirma que aún es pronto para decidir si irá o no a por un tercer mandato en el Ayuntamiento de la capital manchega. Confiesa que uno de sus mayores dolores de cabeza como alcaldesa fue el fallido aeropuerto de Ciudad Real, donde trabajaba su marido, circustancia que la convirtió en diana de los ataques del PSOE, lo más difícil de olvidar y perdonar. ¿Queda algo por contar del aeropuerto?, le preguntamos. Y…
Dice que asusta trabajar cerca de Cospedal por la cantidad de cosas que es capaz de hacer al día, que Emiliano García-Page tiene olfato, pero que aún no representa nada distinto a la pésima gestión de Barreda; considera a Vicente Tirado un maestro en titulares y a Leandro Esteban un gran político y un gran superviviente en el PP. Elogia la figura de su sucesor, Carlos Cotillas, a quien define como un referente en el PP y da su sincera opinión sobre los «deslices» de Ignacio Echániz, dentro del repaso a los protagonistas de la actualidad castellano-manchega.
Mañana publicaremos la entrevista íntegra con preguntas, respuestas y fotos.