En España no hay datos oficiales que acrediten cuántas personas se han acogido a la Ley de Eutanasia, aprobada en junio de 2021. La última en hacerlo ha sido Carmen Fátima García Castejón, que falleció el martes 11 de enero en el hospital Virgen de la Luz de Cuenca. Fátima ha sido la primera persona que ha podido tener una muerte digna en Castilla-La Mancha.
Muere Carmen Fátima, la primera persona que lo hace por eutanasia en Castilla-La Mancha
Fátima ha sido la primera persona en morir, no en solicitar la eutanasia
La asociación Derecho a Morir Dignamente lleva años intentado «mejorar los derechos sanitarios para que el paciente pueda decidir cómo y cuándo morir», defiende una persona que trabaja en la asociación. La ley lleva menos de un año y está teniendo dificultades para que se aplique con la normalidad de cualquier otra ley. Los problemas éticos, el estigma social y las objeciones médicas son algunas de las trabas con las que se topan los pacientes cuando hacen la primera solicitud.
«En Castilla-La Mancha solo se han producido dos peticiones de eutanasia, que sepamos desde la asociación. La primera, anterior a la de Carmen Fátima, no se pudo tramitar y la persona murió antes de que se completasen todos los trámites». Para ejercer el derecho a una muerte digna, se deben cumplir unos procedimientos que pueden llevar cierto tiempo, como reconocen desde Derecho a Morir Dignamente. Unos cuarenta días si todos los trámites se aprueban. Fátima hizo su primera petición en octubre y ha conseguido morir el 11 de enero, tres meses después.
La «objeción de conveniencia»
Según la ley, una persona puede pedir la eutanasia cuando se encuentre en un estado «de padecimiento grave, crónico e imposibilitante e incurable» que causen un sufrimiento «físico o psíquico» que sea intolerable. Para ejercer este derecho, la petición debe pasar por dos médicos, de manera independiente, y es aprobada por un Comité de Garantías, que es quien tiene la palabra final sobre si la persona cumple todos los supuestos previos.
Cualquier médico tiene el derecho a la «objeción de conciencia», un término que recoge que el personal sanitario puede negarse a realizar una eutanasia si resulta «incompatible con sus convicciones personales». Y desde la asociación nos revelan que, en realidad, aparece también otro tipo de objeción que podría afectar al desarrollo de la tramitación de la eutanasia: la objeción de conveniencia. «Algunos profesionales no es que estén en contra, pero sí nos consta que se nieguen a realizarla por el problema que les pueda causar. Hay un problema social de hablarlo y es cierto que algún médico se niega para no tener que afrontar estas dificultades», cuentan desde la asociación.
Fátima dejó grabada una entrevista en la que ha querido contar su testimonio. Se emite esta noche a las 22.15 horas CMM Media.