Las fotos que ilustran este reportaje, tomadas en Fuensalida (Toledo), respaldan la rotuda afirmación la presidenta de Apadat Toledo, Tamara de Prado: «Al tamo comprendido entre Fuensalida y Portillo se le cooce como el «campo de la muerte» por la gran cantidad de perros de caza abandonados o directamente sacrificados que salpican diariamente los campos comprendidos entre estas dos poblaciones toledanas.
Asegura que cualquiera puede ser testigo de una media diaria de tres canes abandonados a su suerte, vagando penosamente, en el mejor de los casos, por las calles y los campos. Su sociedad protectora ha recibido en las dos últimas semanas hasta seis de estos animales. El mal parece ser endémico, como lo denuncia la pintada de la fotografía que encabeza este artículo.
Según Apadat, en la provincia de Toledo se dan tantos casos por haber tanta caza. Un porcentaje mayoritario de los malos tratos se dan en perros usados durante la temporaza de caza, preferentemente galgos, claro, pero también podencos, bretones, bracos, pointers, dálmatas y perros de compañía, «ya que no hay discriminación», apunta Tamara, quien, aunque recuerda que la provincia de Toledo es muy «cazadora» y por tanto los maltratos se dan en todas las zonas, desconocen por qué en el mencionado tramo entre Fuensalida y Portillo hay tantos abandonos. «El abandono es lo mejor que les puede pasar», comenta.
Los únicos datos oficiales de abandono y muerte de perro son los aportados por la Fundación Afinity, los cuales hablan de un aumento del 25 por 100 de casos en el último año. «La crisis ha podido ayudar», afirma, ya que por ejemplo las temporadas de caza pueden llegar a ser menos productivas que otros años, pero añade que la misma solo es «una excusa, porque el mantenimiento de un perro, aun en tiempos de crisis, resulta muy económico», señala.
Las no más de 10 sociedades protectoras de animales que hay en la provincia trabajan todas con personal voluntario. No hay centros como tales, sino casas de acogida.
Asegura que la voluntad de las administraciones para atajar el problema es sencillamente «inexistente». «Hay mucho vacío legal», afirma la presidenta de un colectivo que ha logrado por primera vez que el maltrato del dueño de un can sobre su animal ocurrido en Orgaz (lo cosió a ladrillazos hasta matarlo) sea abordado judicialmente como un delito. El proceso está en curso. Con todo, dice que las penas en este ámbito son «irrisorias», problema que se ve agravado porque se da en una sociedad, la española que, secularmente, culturalmente, tiene muy poco respeto por los animales.
El eslabón de la trista cadena para los canes acaba en las perreras. En la provincia toledana hay tres (en Toledo ciudad, Talavera y Numancia de la Sagra). «No estamos en contra de que haya perreras, pero no en las condiciones actuales, máxime cuando reciben subvenciones públicas», objeta al respecto.