miércoles, 25 de septiembre de 2024
03/01/2015junio 8th, 2017

El incendio de Bustares, en Guadalajara, comenzó el 18 de julio y se dio por extinguido 44 días después. 3.000 hectáreas arrasadas en total. 595 personas a pie de campo tuvieron que intervenir para extinguir las llamas, utilizándose 110 medios aéreos y terrestres. Fue la gran desgracia forestal del verano, en la Sierra Norte guadalajareña.
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Días antes, las llamas habían pasado por Aleas, una pedanía de Cogolludo, arrasando 2.100 hectáreas de terreno (regresaba el fantasma del trágico incendio de hace años, donde murieron 11 personas de un retén).


En total 180 personas que residen en cuatro poblaciones de la Sierra Norte tuvieron que ser desalojadas de sus viviendas y, como no podía ser de otra forma, el debate político tuvo sus más y sus menos.

Porque la consejera de Agricultura, Marisa Soriano, defendió en las Cortes que se había dado «una respuesta extraordinaria» a las llamas a pesar de las condiciones adversas de la climatología y el terreno;?mientras que el PSOE calificó de auténtica «chapuza» la gestión política de ambos incendios debido a los recortes de la Junta de Comunidades en esta materia, lo que generó, según dijo el diputado Luis Santiago Tierraseca, «la falta de medios y la improvisación en los primeros momentos».

Mientras, la Junta Coordinadora de la Plataforma Sierra Norte consideró que ambos incendios alcanzaron unas dimensiones que no deberían haberse producido por «los brutales recortes efectuados por el Gobierno en los servicios de extinción de incendios de la empresa Geacam, así como por la ligereza con que la consejera de Agricultura anunció que el incendio de Aleas estaba controlado y, pocas horas después, el fuego se desbordó, poniendo en peligro a varios pueblos como Monasterio, Arbancón, Muriel, Zarzuela de Jadraque, Semillas o Fraguas».

Lo dicho, un incendio que fue eterno…

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