La cerveza artesana se ha convertido en un auténtico paraíso para los maestros cerveceros que, dejándose llevar por la imaginación y el conocimiento, ofrecen múltiples variedades, con brandy, uva o café, como es el caso de Fernando Campoy, el autodenominado «culpable» de la toledana Cervezas Domus.
Fundador de la empresa y maestro cervecero, Fernando Campoy, en una entrevista con la Agencia Efe en medio de la frenética celebración de su Domus Week, afirma eso precisamente: «lo que más define la cerveza artesana es nuestra capacidad de variar y ofrecer cosas nuevas continuamente».
Desde su fábrica en el Polígono en la que han instalado una moderna barra y mesas con bancos para poder hacer degustaciones mientras enfrente se contemplan las cubas de fermentación, el cervecero toledano explica que ellos tienen siete variedades fijas, pero que al mismo tiempo van sacando ediciones especiales, hasta una veintena.
Entre las ediciones especiales, comenta la Winter Summa, una cerveza que «ha estado un año añejando con brandy, con unos toques aromáticos muy intensos de brandy pero muy suave al beberla».
También está la Ninfa, en colaboración con un cervecero de Corea del Sur, que Campoy define como una cerveza negra que «tiene un toque de café puro impresionante».
De otra colaboración salió Pacific, una combinación de lúpulos del Pacífico -Australia, Nueva Zelanda y Costa Oeste de Estados Unidos- que está incluida en listados entre las diez mejores cervezas de España, y que fue muy original, incluso el envase, según su creador.
Un producto fijo ya de la casa es la Greco, que se creó con motivo de la celebración del cuarto centenario de la muerte del pintor, y que es «única, tiene almendra, azafrán, canela, ingredientes muy de la tierra».
Una edición especial que el maestro cervecero se propone ahora repetir es una cerveza «ahumada, estilo alemán muy antiguo» a la que le incorporaron pimentón de la Vera y por ello la llaman «la colorá», muy original, dice Campoy, «y así sin parar», aunque «con criterio, no le vayas a echar jamón».
Estos días está colaborando también con el cervecero británico Justin Hawke, de Moor Beer, los dos a la búsqueda de la fórmula perfecta y sabiendo que «las posibilidades son infinitas, porque un ingrediente extra lo puedes añadir en distintos momentos de la fabricación y potenciar más su sabor o su aroma».
El poder «jugar» de esa forma lo da el propio tamaño de la empresa, que les posibilita hacer muchas cervezas distintas al no estar sujetos a un gran volumen de producción en donde, «si cometes algún error o no es aceptada, pues tienes un problema».
Además, al cervecero artesanal el cliente le demanda cosas distintas continuamente.
Y hablando de lo que demanda el cliente, pues también varía dependiendo del lugar, por ejemplo, en Toledo, la que más se bebe es la Domus Toledo, que hasta en la etiqueta luce un damasquinado, pero fuera es la Domus Aurea.
Fernando Campoy comenta que, aunque se está viviendo un «boom» de la cerveza artesana, lo principal es mantenerse en el mercado.
«En todos los países ha pasado, primero una efervescencia tremenda y luego una selección natural que hacen los clientes», y en ese sentido señala que Domus lleva en marcha ocho años «y creciendo, despacio pero seguro».
Desde hace dos años exportan a Estados Unidos, China y Holanda, lo que considera que es «complicado para una empresa tan pequeña como nosotros, que ahora somos cuatro pero hasta hace nada hemos sido dos».
«Es mucho trabajo, que hay que desarrollar con mucho cuidado y orden al seleccionar los trabajos que haces y hasta dónde puedes llegar», pero la idea, dice Campoy, es seguir llegando a más mercados y con nuevos productos.
Entre estos, menciona el licor de cerveza, la mermelada o la pizza con masa de cerveza.
Pronto, además, se podrá degustar una colaboración con cerveceros canadienses «que lleva un año en barrica de roble» y que «va a ser una cerveza muy especial, que lleva mosto de uva y uva», que tiene fermentación mixta y su sabor recordará al del vino.