Para la escritora toledana Consolación González Rico viajes y literatura van de la mano. Los primeros han servido de inspiración para sus obras y la segunda ha valido de pretexto para conocer lugares y vivir experiencias inolvidables.
El verano de 2012 lo está dedicando a dar los retoques finales a su última obra en la que novela negra y crónica social van de la mano en un vaivén que recorre momentos importantes de la historia de España. Después de publicar «Una mujer de la Oretana» -con la que en los meses estivales está acudiendo a diversos clubs de lectura de la provincia de Toledo-, «Entre la arena y el cielo» y «La voz del mar», Consolación prepara este nuevo libro.
Preguntar a esta escritora por sus primeros recuerdos del verano es sonsacarle una expresión que delata la alegría con la que vivió esos años. «La infancia y mi primera juventud las pasé en mi pueblo, en la localidad toledana de Torrecilla de la Jara; los veranos allí eran naturaleza pura y dura, el descubrimiento de las historias que contaban los mayores, la contemplación de las estrellas…». Tanto que «esa vida y contacto con lo auténtico lo tengo en la cabeza como algo que mis hijos se han perdido», como cuando ella y unos amigos recorrían tres o cuatro kilómetros para darse un chapuzón en una charca verdosa de la que, luego en casa, les quedaba el picor en la piel. «Los Montes de Toledo los comencé a echar de menos en la distancia; es un paraje precioso entre dos valles». En medio de tantas actividades, no podían faltar sus libros y su primera colección, «Libra», en la que pudo empaparse de las grandes novelas francesas.
En la maleta de los recuerdos guarda su viaje bohemio a Italia. En una furgoneta que no pasaba de los 70 kilómetros por hora y a la que llegaron a dar el alto los agentes debido a su peculiar aspecto, Consolación conoció ciudades fantásticas llenas de guiños a la historia. Incluso estuvo a punto de embarcar hacia Grecia de no haber sido, tal y como ocurre en todo viaje bohemio, por la falta de dinero.
Pasaron los años y las aventuras fueron dejando paso a los veranos en familia en playas, parques de atracciones… La escritora cuenta que lo que en principio empezó siendo un regalo de cumpleaños para su hijo -la visita al parque de atracciones de Madrid- acabó convirtiéndose en todo un periplo por estos centros de diversión: Isla Mágica, PortAventura y Disneyland París. «Ir a París fue uno de los viajes de mi vida; para mis hijos era ir a Disneyland pero para nosotros era conocer las grandes avenidas, el Sena…», todo aquello que Consolación había visto en los libros y que había explorado como profesora de francés. Lo único que lamenta es el robo en el coche que sufrieron en la capital francesa, no tanto por la pérdida de las maletas, sino por las fotografías que desaparecieron.
El siguiente destino del que da cuenta es Soria, hasta donde acompañó a su hija a un curso de violín. Mientras estaba en clase ella cogía carretera y manta para disfrutar de sus pueblos y paisajes. «Encontré la ciudad de Tiermes; el cañón del río Lobos; la Laguna Negra -que tanto me hacía evocar los versos de Machado-; la localidad de Calatañazor -uno de los enclaves más puros que he visitado en España-…».
Aquí fue donde escribió dos capítulos del libro «Una mujer de la Oretana», con el que consiguió el prestigioso Premio de Narrativa «Alfonso VIII». Se trajo tantas imágenes en la retina que su tercera novela «Detrás de la sombra» tiene capítulos ambientados en Soria. Y es que como ella misma afirma «mis personajes viajan mucho, me gusta viajar delante del ordenador».
La literatura también le ha llevado a lugares como Barcelona o Santander para participar en cursos. De la ciudad cántabra se queda con la experiencia de haber escuchado al autor de «La sonrisa etrusca», José Luis Sampedro, de quien destaca su gran clarividencia. «Con el paso de los años no renunciaré a viajar ni, por supuesto, a disfrutar del verano con mi ordenador en mi sótano y con la escritura». En el camino va acompañada por los componentes del grupo literario al que pertenece, «Arrendajos», un equipo bien avenido de escritores que tratan de fomentar el gusto por la literatura con la publicación de libros, la participación en certámenes y la puesta en marcha de su propio concurso de narrativa breve.
Uno de sus objetivos es ir a África. «Nunca me han llamado la atención países como Estados Unidos pero sí los estados africanos porque representan una cultura que no ha sufrido las consecuencias de la civilización».