martes, 26 de noviembre de 2024
el quijote 08/10/2016junio 7th, 2017

Una asociación cultural luchará por evitar que la Venta de Borondo, una de las más populares ventas manchegas que Miguel de Cervantes recogió en El Quijote, acabe desapareciendo como consecuencia de su mal estado de conservación.

La Asociación Cultural ‘Venta de Borondo y Patrimonio Manchego’ quedaba ayer constituida en Daimiel (Ciudad Real) con el fin de luchar por evitar «el desplome de la torre de la venta daimieleña y por preservar el patrimonio arquitectónico, cultural y natural manchego», ha explicado el presidente del nuevo colectivo, el ingeniero en edificación David Cejudo.


Objetivos primordiales y a largo plazo que se compaginan con otros más inmediatos como «la limpieza del edificio, que ya han acometido en días anteriores, garantizar un acceso a través de un camino más accesible y el vallado perimetral de la venta para evitar que sea dañado».

Cejudo ha sido el encargado de realizar un repaso en imágenes sobre la evolución de este edificio desde que se tuviera constancia de él en el siglo XVI y hasta la actualidad, pasando por 2007, año en el que la venta fue nombrada Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento, «pese a su estado de ruina y abandono«.

Los arquitectos Diego Peris y Teodoro Sánchez-Migallón han aprovechado la presentación de esta asociación para destacar la importancia y singularidad de este tipo de construcciones que nacieron básicamente como «los grandes hoteles de la época» para que los viajeros del momento descansaran.

Peris ha hecho hincapié en la importancia de Ciudad Real como una zona importante de cruce de caminos tanto desde la Corte de Madrid hasta Sevilla, Córdoba o Granada, como el paso que suponía también hacia el este peninsular.

Por su parte, Sánchez-Migallón ha puesto el punto de mira en la singularidad de la propia Venta de Borondo, de la que también existen dudas sobre si fue también casa de labor.

Asimismo, ha descrito algunos de sus habitáculos «ya que la venta es un edificio prototípico de arquitectura manchega con matices clasicistas» y ha resaltado, entre los elementos más singulares de la venta, el torreón palomar, el patio central, el pozo o las siete cocinas.

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