Castilla-La Mancha ofrece para los meses estivales numerosos rincones naturales que destacan por sus bellos paisajes. Por su riqueza natural Los Navalucillos, en la provincia de Toledo, y Alcalá del Júcar, en Albacete, son de esos lugares que no dejan indiferente al viajero.
Alcalá de Júcar está considerado uno de los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha, también uno de los más solicitados en cuanto a turismo rural.
Junto a su peculiar orografía, sus casas blancas excavadas en la montaña, con calles estrechas y empinadas que trepan hacia su castillo, hacen de este municipio un marco incomparable de la provincia de Albacete. En él se pueden ver huellas de sus orígenes como fortaleza musulmana en el siglo XII.
Uno de sus principales atractivos son las Cuevas del Diablo. También merece la pena visitar la ermita de San Lorenzo, su plaza de toros irregular, el castillo, el puente sobre el río Júcar del siglo XVIII…
Más abajo, el cañón del Júcar nutre de naturaleza a esta localidad, ofreciendo diversas rutas por los alrededores, así como actividades emocionantes como piraguas, descensos en balsas, puenting, rapel…
EL ENTORNO NATURAL PRIVILEGIADO DE LOS NAVALUCILLOS
Este municipio toledano, situado en la comarca de la Jara y perteneciente al Parque Nacional de Cabañeros, goza de un gran entorno natural. El paso del río Puso o lugares como la cascada «La Chorrera» hacen de la que es considerada la cumbre de Cabañeros un marco incomparable para disfrutar de la naturaleza, para lo cual existen diversas rutas de senderismo.
Crecer a la sombra del pico más alto de los Montes de Toledo -el Corocho Rocigalgo, de 1.448 metros- ha permitido a Los Navalucillos convertirse en un referente natural de la comunidad de Castilla La Mancha, a medio camino entre la montaña al sur y la llanura al norte. Los paisajes más llamativos y espectaculares están en las sierras.
Al margen de la naturaleza, la iglesia de San Sebastián y la ermita de Nuestra Señora Virgen de las Saleras son otros puntos destacados.