«Yo soy uno de ellos» es el lema con el que Obras Misionales Pontificias, desde la Dirección Diocesana de Toledo y la Delegación Diocesana de Misiones de Toledo, invitó a celebrar el 25 de enero el domingo de la Infancia Misionera, día en el que de manera especial, y siempre en colaboración y con la implicación de los educadores, se ayuda a que los niños «descubran la universalidad de la fe y su dimensión misionera», como ha manifestado el delegado Episcopal de Misiones, Jesús López Muñoz, en declaraciones a medios de comunicación antes de la celebración de la eucaristía.
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El delegado episcopal de misiones, López Muñoz, afirmaba que «nuestro arzobispo, Braulio Rodríguez, como padre y animador principal de la Infancia Misionera en nuestra Diócesis realiza constantes invitaciones para que todos los chavales se sumen a este movimiento de solidaridad en el que Jesús es el centro y nuestro ejemplo». En ese sentido, ha querido agradecer de manera especial la participación de casi 200 jóvenes llegados de las parroquias de La Puebla de Montalbán, Escalonilla y «San José Obrero» del Polígono toledano, entre otros lugares, que han colmado de alegría la Catedral.
Muy cercano a la realidad que viven los niños en los pueblos y de otros lugares del mundo, el arzobispo de Toledo y Primado de España, en la actualidad presidente la Comisión Episcopal de Misiones y de Cooperación con las Iglesias de la Conferencia Episcopal Española, ha presidido la eucaristía que junto a los niños de la Infancia Misionera se ha celebrado en la Catedral de Toledo. En la ceremonia el arzobispo ha estado acompañado por el delegado de Misiones, Jesús López Muñoz, junto al deán de la Catedral, Juan Sánchez, el canónigo Cleofé Sanchéz, el párroco de la parroquia de San José Obrero, José Antonio Jiménez, el párroco de Escalonilla, Francisco Sánchez-Brunete, además del canónigo Tomás Ruiz, como maestro de ceremonias.
Ha sido el arzobispo el que ha recordado que en la Infancia Misionera «se crece en el conocimiento del mensaje de Jesús, se participa activamente en la oración y en la celebración de los sacramentos, lo que nos lleva al deseo de vivir según el Evangelio y el compromiso de hacer partícipes a otros del amor de Dios Padre», enfatizando con especial fuerza que «o somos misioneros o somos una birria de cristianos».
En ese sentido Monseñor Rodríguez Plaza recordaba que la Infancia Misionera «es una institución de la Iglesia para que los niños y chavales del mundo se ayuden unos a otros», preguntando a los niños sobre cuál es la mayor riqueza que poseen, a la vez que les decía que «la mayor riqueza que tenéis los niños católicos es que creéis en Jesús, y esa fe hay que compartirla y no ser unos rapiñas que guardéis sólo para vosotros la fe en Jesús que recibisteis gratis. Eso pensó un obispo francés hace casi dos siglos, y así nació la Infancia Misionera, para ayudar a muchos misioneros lejos de España: son sacerdotes, religiosos y cristianos fieles laicos, muchos catequistas».
También destacaba el arzobispo de Toledo que «todos somos hijos de Dios, dijo Jesús y nadie puede ser discriminado», centrando ahí el lema de este año de la Infancia Misionera «Yo soy uno de ellos», porque la principal enseñanza de Jesús es desvelarnos que todos somos hijos de Dios y no hay distinción entre unos y otros. Por ello «quienes por la fe y el bautismo se han incorporado a la Iglesia tenemos el deber de decírselo a quien aún no lo sabe, y de este modo todos nos convertiremos en pequeños misioneros».
«¡Animaros y vivid la Infancia Misionera», es la invitación que ha cursado el arzobispo de Toledo, pidiendo a los niños de la Infancia Misionera que «seáis valientes y podáis ser uno de ellos, de los misioneros», a la vez que pedía que no se olviden de «rezar por los misioneros y por que los niños no sufran la guerra, el hambre, el ébola, la falta de escuela, de cariño…». Proseguía el arzobispo recordando que «el Papa Francisco siempre está diciendo que hay que cuidar de los niños, pero de todos, diciéndoles que Jesús les quiere y cuenta con ellos para cambiar el mundo a mejor, con menos odios e injusticias, con más alegría y compartir».
Una celebración de la Infancia Misionera que acababa con el saludo cercano del arzobispo a todos y cada uno de los niños y jóvenes que han participado este año en la Catedral, animándoles a que sigan trabajando para, entre todos los «pequeños misioneros», lograr que la «alegría del Evangelio» llegue a todos los rincones y corazones del mundo.