En pleno mes de agosto, disfrutar de un día en la playa o la piscina puede ser una de las actividades más divertidas y saludables para los niños de cualquier edad, por el contacto con el agua, el baño, los juegos con la arena al aire libre o la relación con otros niños y demás miembros de la familia.
Sin embargo, para que la época estival se pueda disfrutar con salud, desde el Centro de Salud número 1 de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam), la pediatra Amparo Blasco recuerda los cuidados que necesitan los más pequeños, especialmente relacionados con el sol y el agua.
La doctora Blasco señala que la exposición al sol es «beneficiosa para nuestro organismo y ayuda a sentirnos mejor», pero hay que ser «cuidadoso» porque las radiaciones solares pueden agredir la piel, provocando quemaduras y lesiones, pudiendo tener efectos cancerígenos sobre ellas.
Para prevenir los efectos nocivos del sol, se deben tomar algunas precauciones y acostumbrarse a tener hábitos de sobreprotección en todas las edades y, de manera especial, en los bebés y niños pequeños. Los menores de 6 meses no deben ser expuestos de forma directa al sol, ni se les debe aplicar filtros solares, ya que su piel es muy delgada y sus mecanismos de autoprotección no están completamente desarrollados. De forma general, se debe evitar dicha exposición entre las 12.00 y 17.00 horas, incrementar el tiempo de forma gradual, y utilizar siempre medidas de protección solar.
La especialista en Pediatría indica que la ropa es la forma más útil de fotoprotección. Por ello recomienda usar camisetas holgadas, de algodón o tejido transpirable, con mangas y pantalones largos; y tener cuidado con la ropa mojada, ya que favorece el paso de radiación UVB. También es importante que los más pequeños se cubran la cabeza con gorras o sombreros, llevar sombrillas y buscar sitios con sombra. A partir de cierta edad, el uso de gafas de sol con filtros homologados frente a radiaciones ultravioleta «puede ser un complemento divertido y son imprescindibles para cuidar sus ojos».
CUIDADOS CON EL AGUA
El mayor peligro a considerar con el agua es el riesgo de ahogamiento o asfixia por inmersión. «Es una causa importante de muerte en los niños, especialmente en los menores de 5 años y los varones adolescentes», recalca la pediatra. En concreto, en nuestro país el 80% de este tipo de fallecimientos ocurre en piscinas privadas por lo que, en estos casos, deben extremarse las precauciones de vigilancia.
Como norma general, Blasco considera importante enseñar al niño a nadar lo antes posible y vigilarle constantemente cuando esté cerca o dentro del agua. Recomiendan iniciar el aprendizaje de la natación a partir de los 4 años. Sobre la enseñanza a bebés de corta edad, no hay unanimidad para su recomendación como medida de prevención de ahogamientos, ya que puede aumentar el riesgo de «desatención» o confianza de los padres, aunque es un buen método de estimulación para los niños.
Así mismo, la pediatra del Área Integrada de Alcázar de San Juan señala que se debe tener en consideración que objetos como los manguitos, burbujas, etc., «son una ayuda para flotar, pero por si solos, no son garantía de protección». Se deben evitar juegos peligrosos dentro del agua (como empujones o ahogadillas); delimitar las zonas de mayor y menor profundidad en piscinas, y advertir a los niños mayores y adolescentes sobre el riesgo de arrojarse al agua en lugares donde no se conozca su profundidad.
Del mismo modo, la doctora del Centro de Salud 1 de Alcázar incide en la necesidad de acostumbrar a los niños a seguir algunas normas antes de darse un baño: no entrar de golpe en el agua, sobre todo después de haber estado al sol, haber realizado ejercicio intenso o tras las comidas, evitando cambios bruscos de temperatura, para que no se produzca así el mal llamado «corte de digestión».