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Pretende completar 911 kilómetros 05/08/2015junio 8th, 2017

«Si no tienes impulso no vas a hacer nada, hay que arriesgar, tirar para adelante, como ocurre en la vida en general». El mensaje es de Antonio de la Rosa que hoy ha llegado a Toledo tras ocho días desde que salió de Buitrago de Lozoya (Madrid) y a 10 o 11 días de llegar a la meta: Cascais (Lisboa, Portugal).

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Cumplido su octavo día de reto, de los 18 que tiene previstos, si las condiciones lo respetan y no hay contratiempos, Antonio persigue completar cerca de 1.000 kilómetros en paddle-surf en una aventura personal que le haga disfrutar, aún más, de la naturaleza.

«Lo mejor de esta expedición es ver la naturaleza tan salvaje cerca de los ríos, a la gente que te vas encontrando», relata nada más bajar de su tabla especial -4,5 metros de largo y 60 centímetros de ancho, que es hinchable-, en la Barca del Pasaje, en la capital castellanomanchega, después de salir de Aranjuez.

Una jornada «light», comenta, por el corto trabajo de hoy, con descanso vespertino incluido, y a la espera de entre mañana y pasado completar los 130 kilómetros que le separan de Talavera, es decir, «tendré que hacer unos 65 kilómetros cada día».

Dicharachero, afable, animoso hasta más no poder, le brillan los ojos cuando habla de la «gente muy curiosa» que se ha encontrado, «que vive, pesca, tiene su casa al lado del río y se acercan a verme. Lo estoy disfrutando», espeta este aventurero extremo.

Y es que desde el Lozoya, cuando comenzó el pasado miércoles, día 29, para hacer realidad su antigua afición piragüista y que vio como «curiosidad», pues no en vano el año pasado cruzó el Atlántico y para el próximo año tiene previsto ir al polo norte y al polo sur, ha pasado por el Jarama y, ahora, ya hasta el final, el Tajo.

«De momento he llegado a Toledo. He pasado la fase más complicada a nivel de navegación», advierte, tras recordar la dureza de la etapa Talamanca del Jarama-San Fernando de Henares, «porque había muchas retenciones de troncos, de maderas, incluso de tres y cuatro metros que he tenido que escalar, para pasar al otro lado, cargando la tabla por la orilla en lugar de navegando».

Esos problemas, precisamente, le han impedido completar la media de 40 kilómetros en la primera fase y que ahora «ya no tenga jornada de descanso», que pensaba realizar en Talavera, para cumplir el protocolo de estar en la capital portuguesa el día 15.

A partir de ahora defiende que todo puede ser algo más «fácil», aunque reconoce que «el calor, porque ahora ya no encontraré tantas zonas de sombra» y el viento, «si entra de lado o de cara en los embalses de Extremadura», por la endeblez de la tabla, serán los principales escollos para cubrir la media diaria de 60 kilómetros.

También será menos problemático el nivel «de insalubridad» que se ha encontrado, en el Jarama y al desembocar en el Tajo, de modo muy especial, cuando «antes he bebido del mismo río en el pantano del Atazar», en la sierra norte madrileña.

«Sin buscar ninguna reivindicación», aclara Antonio, si reconoce que «el Tajo está bastante sucio. No es una cloaca, pero es verdad que está bastante sucio».

Y, añade, «culpamos a las industrias que lo ensucian, a los ayuntamientos que no limpian las márgenes o los tienen abandonados, pero los primeros culpables somos nosotros mismos» y relata sus choques con «envases, frascos, hasta botellas de butano flotando, y eso no lo tiran ninguna industria ni ayuntamiento».

«Somos las personas, reincide, y tenemos que intentar, entre todos, no mancharlo tanto. No cuesta nada tirar una lata a la basura en lugar de al río», plantea.

El aventurero vallisoletano reconoce que «da pena» cómo está el Tajo, y se acuerda de los mayores «que han aprendido a nadar o han pescado truchas, cuando ahora si hay carpas es costoso encontrarlas» y lanza su idea: «Debemos mantener más limpio nuestro entorno».

Es sincero cuando afirma, tajante: «No me siento solo», incluso le acompaña su novia, en un vehículo de asistencia, «me siento un privilegiado. Sólo remo 12 horas al día, como si fuera un trabajo normal, como ir a una oficina, que eso sí es catastrófico, o picar una zanja o trabajar en el campo».

Mañana, a las 7:30 horas iniciará una nueva jornada laboral.

Antonio de la Rosa a su llegada a Toledo.

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