El incendio que ha afectado a unas 700 hectáreas de la toledana Sierra de San Vicente ha supuesto «la puntilla» para muchas empresas y personas dedicadas a actividades agroalimentarias, directamente vinculadas al medio natural, según diversos testimonios recabados por Efe. El presidente de la Cooperativa de Hinojosa de San Vicente, una almazara que embotella aceite de oliva de la zona bajo la marca Aceite Hinojosa, Ángel Muñoz, considera que entre un tercio o una cuarta parte de la superficie de olivar de la que se surten está «muy afectada», por lo que este año la campaña «será muy mala o no habrá casi campaña».
La cooperativa agrupa a 48 productores de la comarca, distribuidos en municipios como Castillo de Bayuela o El Real de San Vicente, y Muñoz confirma que la zona de Hinojosa es la que peor parada ha salido tras el fuego, que se ha llevado por delante «olivos centenarios, adultos», por lo que las consecuencias del incendio «nos van a afectar a largo plazo».
«No sabemos qué hacer pues la campaña anterior fue nefasta por la sequía y no llegamos a los 200.000 kilos de aceituna, cuando hace dos años pasamos de 600.000», relata el presidente de la cooperativa, que sentencia: «nos han dado la puntilla».
Muñoz resalta que «esto es un palo importante para la economía de Hinojosa y de la comarca, pues el olivar, junto a la ganadería, es de la poca industria que tiene esta zona».
El incendio ha afectado también a la empresa de miel de Pedro Sánchez García, cuyas 80 colmenas en Hinojosa se salvaron de las llamas casi de milagro, pues «el fuego llegó a 150 metros de ellas», indica.
En la zona de Hinojosa, ahora destruida, se producía miel de encina y mil flores, principalmente, y ahora las abejas de Pedro y su esposa «ya no pueden libar allí» por lo que se verán obligados a trasladarlas cerca de Marrupe.
Sánchez García está convencido de que «ya no volverá ese lugar tal y como era», pues aunque los arbustos y la pequeña vegetación se puedan regenerar en algunos años, «la arboleda, los castaños, pinos y demás no volverán a estar igual en 50 años».
Este empresario lleva 35 años siendo apicultor y lamenta que «los tres últimos años han sido malísimos y todo viene mal», ya que se ha juntado la sequía, las enfermedades de las abejas y «ahora el fuego, que es el remate final».
Sánchez García, al menos, ha podido salvar sus abejas, pero indica que «hemos pasado mucho miedo, mucho, ha sido algo horrible y lo pasamos fatal».
Estas dos empresas radicadas en la comarca de Sierra de San Vicente, beneficiarias de la naturaleza, mantenedoras de la misma y creadoras de empleo y riqueza en una zona considerada deprimida, son solo una muestra de las consecuencias y el alcance del fuego, una vez que las llamas desaparecen y los medios de extinción se retiran.