viernes, 29 de noviembre de 2024
29/03/2013junio 13th, 2017

El meteorito de Retuerta del Bullaque será expuesto al público en el Museo Geominero de Madrid, en el futuro centro de visitantes del Parque Nacional de Cabañeros y en el bar ‘Las Terrazas’ de Retuerta del Bullaque (Ciudad Real) que regentan los hermanos Asensio López, quienes encontraron la pieza.

El meteorito se podrá ver en estos tres lugares después de que el Instituto Geológico Minero de España (IGME) haya realizado tres copias fidedignas de la pieza original con el objetivo de garantizar y preservar su morfología para el futuro.


Eleuterio Baena, experto restaurador y conservador del IGME que ha sido el encargado de llevar a cabo estas copias, ha explicado hoy a Efe que las réplicas del meteorito se han realizado con una cuidada y elaborada técnica propia.

Baena ha señalado que la idea de realizar estas copias ha obedecido a que, para los científicos, «era una prioridad absoluta» conservar la morfología de la pieza ante el futuro que pueda tener el meteorito».

Las réplicas, ha comentado, fueron realizadas antes de que fueran extraídos dos fragmentos del meteorito, una pieza mayor dedicada a ser holotipo del Museo Geominero y otra más pequeña tomada inicialmente para su estudio.

Para llevar a cabo las réplicas de forma tridimensional, ha explicado el conservador del IGME, ha sido necesario realizar la técnica tradicional de moldeo que implicaba el uso de un material elástico que se adaptaba íntimamente a la forma del original.

Tras el proceso de fabricación del molde fue necesario construir una carcasa rígida capaz de mantener la forma del material elástico inalterable, hasta lograr la réplica con una precisión de pocas micras que, posteriormente, fue pintada incorporando el pigmento a la masa.

El experto del IGME ha añadido que la elaboración del molde para replicar el original del meteorito ha presentado una serie de complejidades que obligaron a los expertos a tenerlas muy en cuenta y tomar medidas excepcionales.

La más importante fue el enorme peso que presentaba el meteorito, de casi 100 kilos, y la superficie inestable que tenía con la presencia de escamas de corrosión formadas por estar tiempo en la intemperie y que se desprendían con facilidad.

Al final, el trabajo realizado, ha reconocido Eleuterio Baena, ha sido «una réplica perfecta que es difícil de distinguir del original, si no fuera por la enorme diferencia de peso que existe entre una pieza y otra».

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