El presidente de Unicef en Castilla-La Mancha, José María Clavo Cirujano, ha dirigido un artículo a la opinión pública solicitanto un Pacto de Toledo por la infancia. Por su interés, reproducimos íntegramente el artículo.
“EL futuro debe escribirse y posibilitarse desde el respeto a los compromisos y los principios de solidaridad entre generaciones y en el seno de cada generación”. Estas palabras pertenecen a uno de los grandes hitos que han marcado la historia de la democracia española: el Pacto de Toledo, suscrito por todos los partidos políticos en 1995. Los casi 20 años transcurridos desde entonces no han restado ni un ápice de actualidad a sus palabras, como tampoco han restado eficacia a los compromisos entonces asumidos.
Al contrario, el Pacto de Toledo se convirtió en una de las pocas referencias estables que ha sido capaz de superar, con bastante solvencia, el tsunami generado por la crisis económica. ¿Cuál fue su secreto? El consenso de todos en torno a una convicción básica: la solidaridad y la protección que entre todos queríamos darle a un grupo social particularmente vulnerable, el de nuestros mayores.
Veinte años después, ha llegado el momento de completar la tarea ampliando ese compromiso colectivo al grupo social que ahora mismo se encuentra más desprotegido: el de los más pequeños.
El último informe del Comité Español de UNICEF pone sobre la mesa la realidad que justifica esta propuesta. No se trata sólo de los alarmantes datos del riesgo de pobreza infantil –que afecta ya a más de uno de cada cuatro niños en España- sino del hecho de que tener hijos se está convirtiendo en un factor de riesgo y de desprotección. Estamos ante una situación muy preocupante en indicadores críticos para el desarrollo de un país, tales como el abandono y el fracaso escolar, o el rendimiento y desempeño educativo. Situaciones que afectan a nuestros niños hoy, pero que ponen también en peligro el bienestar de todos a medio plazo. Una preocupación que se refuerza si comprobamos la evolución del comportamiento demográfico en España. Cada vez nacen menos niños y, si no logramos que cambie la tendencia, en tan sólo 10 años, en nuestro país habrá un millón menos de niños menores de 10 años.
¿Qué tiene que ver la demografía con el bienestar de la infancia? Mucho. Según todos los estudios, las medidas que pueden favorecer un incremento en el número de nacimientos, son también aquellas que reforzarían el bienestar de los propios niños, sus madres y sus padres.
En este año 2014 conmemoramos el 25 aniversario de la aprobación en Naciones Unidas de la Convención sobre los Derechos del Niño. Son 25 años en los que muchas cosas han mejorado para la infancia en España y en Castilla-La Mancha. Sin embargo, los retos que persisten son considerables, y amenazan con afectar el bienestar de todos. No podemos permitir que en pleno siglo XXI haya niños que nacen en nuestro país con la losa de la pobreza y la desigualdad, condicionando su presente y amenazando su futuro.
Los niños y las niñas son, ante todo, sujetos de pleno derecho y merecen per se toda nuestra protección. Pero también son, en su conjunto, un bien social de un valor incalculable. No podemos dejar que el coste de su bienestar recaiga en exclusiva sobre sus familias. Ha llegado el momento de redefinir cuál es el papel de los actores privados y públicos en el cuidado y desarrollo de los niños. Ha llegado el momento de ponernos de acuerdo y pasar a la acción.
En nueve comunidades autónomas se ha empezado a recorrer ese camino con la suscripción -en distintos formatos y con diversos participantes- de pactos autonómicos por la infancia en los que se han empezado a sentar las bases para una acción concertada y sostenida en el tiempo a favor de los niños y niñas que viven en nuestra comunidad. En Castilla-La Mancha deberíamos poder firmarlo antes de que termine este año.
Pero es necesario dar un paso más allá. Tenemos que lograr, al igual que se hizo en 1995 en el Pacto de Toledo, acuerdos concretos que logren blindar unos recursos y compromisos básicos en aspectos cruciales como la educación y la lucha contra la pobreza y la exclusión social de nuestra infancia. Para ello, es necesario planificar y destinar los recursos necesarios; es necesario invertir en nuestra infancia para garantizar su bienestar y la igualdad de oportunidades, y para construir la sociedad del futuro.
David, de 10 años, lo expresa en el informe con esa claridad que a veces solo los niños son capaces de transmitir: “Pienso que los niños son importantes, porque si no hubiera niños tampoco habría adultos y un país no sería nada”.
José Mª Calvo, presidente de Unicef Comité Castilla-La Mancha.