A pesar de vivir amenazado, este sacerdote mexicano no para de luchar por los derechos de las personas inmigrantes que tantas veces ha visto vulnerados. En su país, los llegados de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala se enfrentan a las penurias y miserias que traen de sus lugares de origen pero también a los cárteles que quieren hacer dinero con su afán por encontrar un futuro mejor y con los funcionarios y policías cómplices que participan en este cruel negocio
Alejandro Solalinde acaba de estar en Toledo para ofrecer una ponencia de la mano de Amnistía Internacional y concienciar sobre esta problemática. Tuvo también la oportunidad de encontrarse con el alcalde de la ciudad, Emiliano García-Page.
Pero su agenda en nuestro país incluye contactos con la Oficina de los Derechos Humanos y con representantes de los gobiernos españoles y mexicanos, a quienes ha trasladado su propuesta de llevar a cabo una conferencia entre países centroamericanos y la Unión Europea con el objetivo último de buscar soluciones.
Cuenta a encastillalamancha.es que hasta México llegan numerosas personas procedentes, sobre todo, de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala que tienen al país mexicano tanto como destino como lugar de tránsito.
Pone todos sus esfuerzos en denunciar las tramas mafiosas que se aprovechan del desamparo de estas personas -de hecho está amenazado por grupos criminales vinculados al tráfico de personas, armas y órganos- pero también pone el acento en estados como España o Italia. «Europa se muestra sensible con los derechos humanos, pero no ocurre así cuando se trata de inmigrantes». Considera que «Europa está inmersa en un proceso de aceptación de la inmigración; no acaba de comprender que es algo ineludible, no es opcional, lo único que es opcional es de donde vienen».
En opinión de Solalinde, los países europeos aún tienen mucho que hacer, «se les olvida además que su origen está ligado a la inmigración» y que este movimiento «no se puede ver como un peligro sino como una oportunidad».
Tragedias como la ocurrida en Lampedusa (Italia) –con el naufragio de un barco en el que fallecieron 366 inmigrantes- «mueve a la compasión pero de la compasión se debe pasar al análisis y es que la inmigración es una gran lección para todos».
Su dedicación le ha llevado a recibir diferentes premios y reconocimientos como la Medalla Emilio Krieger 2011, que entrega la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD); el premio «Paz y democracia», en la categoría de Derechos Humanos; el Premio Pagés Llergo de Democracia y Derechos Humanos; y el reconocimiento «Corazón de León», otorgado por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) de la Universidad de Guadalajara.