El que fuera matador de toros y después hombre de negocios taurinos Pablo Lozano ha fallecido este jueves en Madrid, a los noventa años de edad, a causa del coronavirus, según han confirmado a EFE fuente familiares.
Nacido en la localidad toledana de Alameda de la Sagra el 29 de agosto de 1930, Pablo Lozano era el segundo de los hermanos que formaron una larga y famosa dinastía de gentes del toro, con presencia tanto en los ruedos como en los despachos y la ganadería.
Pablo Lozano, alternativa de manos del gran Dominguín
Después de una larga carrera como novillero, Pablo Lozano tomó la alternativa en Barcelona, de manos de Luis Miguel Dominguín, el 25 de septiembre de 1951, lo que le llevó a ser, hasta hoy y después de Julio Aparicio y Miguel Báez «Litri», uno de los decanos de los matadores de toros de todo el mundo.
Después de varias temporadas discretas, con idas y venidas, y un triunfo importante en Las Ventas en 1957, «la muleta de Castilla», como se le llamaba en la prensa taurina, se retiró de los ruedos en 1954 para dedicarse, en asociación con sus hermanos, José Luis y Eduardo, a negocios taurinos, bien como apoderados o bien como empresarios.
Siguiendo la estela de la familia Dominguín, que la ideó, Lozano dio dimensión a la famosa «Oportunidad» de Vista Alegre en 1964, de la que salió lanzado Palomo Linares para ser apoderado por estos tres hermanos hasta convertirlo en primera figura.
Maestro de grandes toreros
Respetado en todo el mundo taurino, Pablo Lozano ha pasado por ser un gran experto en el campo y un gran conocimiento del toro bravo, tanto como «veedor» para elegir las corridas como ganadero al frente al hierro de Alcurrucén.
Además de esa faceta, también ha sido reconocido como descubridor y maestro de nuevos toreros, a los que ayudó en distintos momentos de su carrera y entre los que destacan el propio Palomo Linares, Espartaco, César Rincón, Manuel Caballero, Vicente Barrera o Eugenio de Mora.
Junto a sus hermanos, Pablo Lozano también fue empresario de varias e importantes plazas de todo el mundo, pero en especial de la monumental de Las Ventas, de Madrid, que dirigió desde 1990 a 2004. Además, dos de sus hijos, Fernando como matador y Luis Manuel como novillero, siguieron sus pasos en la profesión, mientras que un tercero, Pablo, es un reconocido escultor.