Los hermanos Romero, Félix y Francisco, ciudadrealeños y toledanos de adopción (viven en Yeles), que vienen de coronar el volcán ecuatoriano Chimborazo, encaran las cuatro cumbres que les faltan para culminar su proyecto «Cumbres del Pacifico», consistente en recorrer América domeñando sus cimas más altas. El próximo reto es el colombiano Pico Bolívar.
Alpinistas de toda la vida, estos dos ingenieros amantes de la montaña reniegan del actual alpinismo comercial y atentador contra el medio, se definen defensores apasionados de la naturaleza, alertan de los efectos devastadores del cambio climático (ellos, que lo comprueban de forma privilegiada) y abominan de la pulsión tan actual y frenética por lograr el pico más alto, la emoción más instantánea, el récord más llamativo.
Son amantes de la naturaleza. Esa que está tan amenazada. Y a veces se juegan el pellejo por sentirse libres en medio de ella.
Ni más ni menos.
Pinche aquí o sobre la foto para ver uno de los vídeos del proyecto «Cumbres del Pacífico».
Los hermanos toledanos (de adopción) Romero, Félix y Francisco, son dos ingenieros cuya pasión de toda la vida es el alpinismo, aunque ellos preferirán la expresión «comunión con la naturaleza». Toda una vida de pasión por la montaña que les ha llevado a ser comprobadores oficiales de los efectos del cambio climático y de la comercialización extrema de un deporte que para ellos es más una forma de vida.
Llevan «tropecientos» años coronando cimas, suficientes para comprobar que ya hay comunidades en riesgo por aludes provocadas debido al deshielo de los glaciares; también que les ponen muchas trabas y hasta les «miran mal» solo por querer escalar solos, sin guías, como les ocurrió en la aventura del Chimborazo (Ecuador), cuando solo su conocimiento de la legislación y tras entregar toda la documentación exigible y un pliego de descargo pudieron subir sin guía.
La razón de esto último es solo crematística: el negocio está instalado de tal forma que hacen creer que los guías son imprescindibles; cuando las autoridades se enteran de que no quieren guías, las trabas y formalidades se extreman. También comprueban hasta qué punto ha llegado el negocio: el ingeniero de sistemas Francisco revela que hoy en día un alpinista aficionado puede coronar las cimas más exigentes de tanta ayuda que lleva. Habla de auténticos «hoteles» levantados en los campamentos base y de que una persona en una mínima forma puede «coronar» con toda la ayuda posible una gran cima. Y ambos confirman que el espectáculo de la suciedad por el paso del hombre ya es habitual en unos escenarios que deberían ser los más idílicos.
Ellos intentan concienciar a la gente del cambio climático, sobre todo tras ser testigos, sin ir más lejos, de que la comunidad ecuatoriana de Santa Lucía de Chuquipogyo ha pedido a su Gobierno que los traslade por el riesgo para sus vidas que los desprendimientos por el deshielo están provocando en el volcán Chimborazo, el que acaba de coronar Félix (Francisco estuvo a punto, pero una lesión en una rodilla se lo impidió). «Se pierden la nieve y el hielo. Vas caminando y te caen avalanchas de rocas, de noche, o sea que no las ves, solo las escuchas. Es complicado», relata Francisco de la ultima aventura en Ecuador.
Cuenta Francisco que él tuvo la suerte de ascender el Kilimanjaro en 1990 cuando aún había glaciares, no como su hermano, al que el cambio climático «se los birló» hace pocos años, cuando llegó a su cima.
¿Hay sensibilización suficiente o las autoridades están haciendo lo debido? Contesta de nuevo Francisco: «No, a la gente y a las autoridades les da igual. En Ecuador, junto al hecho de que los Chuquipogyo ya están en peligro, ves continuamente carteles que animan a consumir petróleo, ya que dicen que es lo mejor». Y añade: «El problema no es tanto de la Tierra, que ha demostrado tantas veces su capacidad de regeneración, sino de la supervivencia del hombre porque nunca se ha dado en la historia la existencia en ella de 7.000 millones de personas».
Los hermanos Romero, manchegos de Ciudad Real, criados en Barcelona pero residentes en Yeles a raíz de que su padre eligiera este lugar para vivir, están detrás de completar su proyecto «Cumbres del Pacífico», consistente en recorrer América ascendiendo sus cumbres más altas. Su último «objeto de deseo» ha sido la montaña tropical más alta del mundo, el mencionado volcán Chimborazo, el punto más cercano al Sol. Les queda por ascender el Pico Bolívar (por este van a seguir), el Mt. Mckinley (Alasca-Ártico), el Mt. Logan (Canadá) y el Mt. Vinson (Antártida).
Desde un profano desconcierta el desafío al riesgo extremo que llevan a cabo los alpinistas. Francisco lo explica por la sensación de absoluta libertad que se siente entre las montañas y también por «la libertad que uno tiene de jugarse la vida porque quiere». De hecho más de una vez se la jugaron. Como en aquella ocasión en que tuvieron que pasar la noche a la intemperie, hablando entre ellos para no quedarse dormidos, atándose a una cuerda por si caían, quedándose dormido uno de ellos, sintiendo -aun en trance de muerte- «una gran paz porque se había hecho todo lo posible… (habla Félix).
Ocurrió en el Sajama (Bolivia), en 2000, al bajar tras hacer cumbre. De repente les envolvió la niebla. Y eso que bajaban deprisa porque debían recoger a un compañero que se había quedado más abajo. Les pilló la oscuridad sin ropa, sin comida, sin agua. Intentaron mantenerse despiertos, dándose golpes, codazos, entre un glaciar y en la salida de una roca…
Lo dicho, una forma de vida, una llamada a la selva montañosa desde la primera juventud, una pasión que ahora debe afrontar, año a año, coronación tras coronación, los efectos devastadores del cambio climático.
Cuenta Félix, que trabaja desde su casa en Yeles para una empresa alemana de gestión forestal sostenible con sede en Bonn, que desde chico sabía que se dedicaría a algo relacionado… con la montaña. Él y su hermano son muy críticos con esta pulsión tan actual (y tan rentable) de batir récords, llegar a lo más alto, superar el riesgo más extremo, que algunos relacionan con el alpinismo. Para los Romero la Montaña es otra cosa, es ese intangible que sufre tanto con las agresiones humanas al medio. Significa lo que les enseñaron, un desafío a uno mismo en comunión con la naturaleza.
Los hermanos Romero, que ultiman su página web «cumbresdelpacifico.com»en la que van a volcar toda su voluntad informativa y formativa, eligen el vídeo «El sentimiento de la montaña» (del que se muestra un resumen) para que trascienda su visión de la montaña.
(En la foto inmediatamente superior, se ve el desprendimiento de roca y tierras por el deshielo del glaciar en el volcán Chimborazo, que afecta a una comunidad indígena; a la derecha, varios «penitentes» o bloques de hielo verticales que se forman por el calentamiento de la tierra en las zonas altas; y abajo, Francisco -a la izquierda- y Félix Romero).