Don Miguel es «muy buena persona», es «muy atento», superó «la malaria», «ha hecho mucho bien»… «Tengo una vela encendida por él» porque en el pueblo de Miguel Pajares, el sacerdote toledano con ébola que llegó a España la mañana del 7 de agosto desde Liberia después de ponerse en marcha el protocolo de repatriación, están pendiente de todo lo que pasa con su vecino, una persona que es para ellos un gran ejemplo.
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Hace unas semanas, don Miguel -como le llaman todos sus vecinos- estuvo en su pueblo, La Iglesuela (Toledo). Su intención era viajar de nuevo a África por poco tiempo, porque en septiembre quería regresar a España para quedarse. «Andaba algo más delicado, le sacaron algo del corazón», comentaba a Encastillalamancha su hermano Félix.
Sin embargo, el ébola se cruzó en su camino, un virus que afectaba a Sierra Leona, Guinea y también Liberia, donde estaba don Miguel y donde atendió al director del hospital de Monrovia, que moría por esta enfermedad el sábado 2 de agosto.
La preocupación llegó a La Iglesuela cuando vieron las noticias y su vecino era el protagonista. «El oír en la tele que tenía depresión nos asustó», comentaba el alcalde de la localidad, Víctor Elvira Rodríguez, quien ha atendido a medios de comunicación regionales, nacionales, franceses, alemanes, un maltés, otro chino… Al tiempo que aseguraba que «la gente está más tranquila ahora que saben que está en España».
Tranquilos también están sus familiares, aunque la preocupación es inevitable tras vivir unos días complicados. «Su vida nunca le ha importado nada», aseguraba Félix al recordar a su hermano, quien siempre les decía que «había que ayudar a los más necesitados».
UNA ENFERMEDAD «RARA» QUE EL QUE LA COGE…
«Mi amigo Miguel me decía que allí había una enfermedad muy rara que el que la coge se muere. Me lo contaba hace un año y pico… y mira», explicaba Abdón García (en la imagen de la izquierda), quien guarda una gran relación con el sacerdote. «Me quedé tonto el día que me enteré de lo que había pasado. Yo le cortaba el pelo cuando venía… Él ha hecho mucho bien y es hora de que se le devuelva».
Vecinas como Rosi Sanz y María Blázquez se alegraron mucho al saber que don Miguel ya estaba en Madrid, porque «nos gastamos el dinero para traer a otros, ¿no lo íbamos a hacer por él?¡No le íbamos a dejar morir allí!».
Su vecinos y familiares mantienen la esperanza en su recuperación y más ahora que está ingresado en el hospital Carlos III, porque consideran que «aquí hay más medios para atenderle que allí».
Don Miguel ha pasado también la malaria, «se recuperó» aunque «venía echo polvo», comentaban los vecinos de la localidad que, incansables, relataban la labor que siempre ha realizado el religioso toledano. «Montaba un pequeño puesto para recaudar fondos para África», comentaba Jesús Millán Gómez, porque allí «con 100 euros hacía milagros», señalaba otra vecina.
En La Iglesuela, un pequeño municipio de la provincia de Toledo que tiene unos 400 habitantes, todo el mundo conocía al religioso de la Orden de San Juan de Dios. Ejemplo de ello es Pilar Fernández Ayuso quien indicaba que «yo le llamo de tú… Nos conocemos desde hace tantos años… Mi hermano estudió con él y mi hermana Felisa, que es monja y está en Filipinas, ha mantenido siempre el contacto con Miguel».
«El pueblo ha estado muy preocupado», comentaba Nuria Sánchez González, que tiene una panadería donde, según van entrando a comprar el pan, los vecinos apuntan a Encastillalamancha la «buena gente» que es el sacerdote. «Firmamos para que lo trajeran», es «una gran persona», «es doloroso vivir esta situación»…
Cuentan que es madridista, «¡como yo!», indica Mingui del bar de la plaza Casa Longino; creyente como el que más de la Virgen de La Fuensanta; que le gusta el tenis y que, por supuesto, tiene mucho contacto con su pueblo donde le gusta ir «a estar con su gente».
Ya hay quien, como Fermín, propone hacerle un homenaje para agradecerle todo lo que ha hecho, si bien su amigo Abdón ya tiene preparado su pequeño agradecimiento. Será en forma de canción el viernes 8 de agosto, «actuaré en la plaza y le quiero dedicar la canción «Un beso y una flor» de Nino Bravo .
Su pueblo, La Iglesuela, está volcado con don Miguel y esperan y desean que «ojalá salga adelante».
En la imagen inferior, Félix, uno de los hermanos del religioso.