Mario Coll Rodríguez ha publicado «El DiccioMario», un diccionario de 1.200 voces creadas por él con efecto humorístico y también «beligerante». Este matiz de -a veces- crítica política le diferencia del diccionario de su padre, José Luis Coll, escrito hace 35 años. Mario Coll, conquense, vive en Toledo desde hace un año. Afirma que el libro, editado por Vértice y prologado por Luis María Ansón y José Mota, está teniendo muy buena acogida. Su autor reividica el humor siempre y más en estos tiempos que corren… tal mal. Su palabra favorita es «Memorable»: tonto digno de ser recordado. Aquí empieza esta sana fiesta verbal…
Como él mismo dice, no viene mal ahora un libro de humor entre tanta desolación actual.
«El DiccioMario» de Mario Coll Rodríguez es un oasis de buen humor y de crítica política, en el que su autor echa mano de un amor insobornable por las palabras.
En la contraportada del libro se lee: «Mario Coll Rodríguez es psicoanalista y ha sobrevivido a un padre nacionalmente famoso (que no es poco) y por aquello de matar al padre, ha creado este diccionario, perdón DiccioMario, en la estela del enormemente popular que escribió su padre hace 35 años».
Sí, es el hijo de aquel maravilloso humorista que fue José Luis Coll, que formó una pareja de leyenda del humor patrio con Tip. Mario Coll ha elaborado un «DiccioMario» concebido de forma parecida a la de su padre, pero buscando el «chispazo» del efecto humorístico añadiendo una o varias letras a la palabra o juntando dos. Mario Coll a veces deja la palabra como está pero le da un significado distinto y recurriendo a la homofonía (conjunto de voces de sonidos simultáneos).
Al charlar con Mario Coll brotan constantemente «esas» palabras y con ellas el humor, el sarcasmo y también la sátira política: «Memorable» (su palabra favorita): tonto digno de ser recordado; «hola»: saludo marítimo; acongojarse: sentir pena en el Congo; gandhitano: gentilicio de los noviolentos nacidos en Cádiz… Este apasionado de la lengua destaca otra palabra que aprecia especialmente: «paztar»: acordar un acuerdo de paz.
«Sin querer ponerme pedante, al haber una relación entre el inconsciente y el humor, lo que yo hago es racionalizar ese proceso inconsciente», explica Mario Coll, quien revela que hizo el libro a raíz del nacimiento de su hijo y como homenaje al padre, al que de esta forma ha «matado». «Todos debemos hacerlo», comenta este psicoanalista y profesor de lengua y literatura castellana, conquense, que vive en Toledo desde hace un año porque a su mujer, profesora, la destinaron a la capital regional.
El libro, prologado por Luis María Ansón y José Mota y editado por la editorial Vértice, reivindica, y más en estos tiempos, el uso del humor en el lenguaje (recuerda que esto se hace constantemente), no sin cierta carga crítica hacia quienes unen indisolublemente el uso del idioma con la seriedad.
Al respecto recuerda que ya en el siglo XVII los autores clásicos del Siglo de Oro transformaban palabras con efectos humorísticos, así como autores posteriores como Rubén Darío, Unamuno o el inefable Camilo José Cela, de quien dice que elaboraba diccionarios «con una carga escatológica o erótica». Sobre el atronador escritor gallego, se le recuerda a Mario Coll el personaje que aquel interpretaba en la versión cinematográfica de «La Colmena», en una escena en la que definía su oficio de esta guisa: «No, no, yo soy un escritor, sino un inventor de palabras». Pues eso.
Hay algunas creaciones verbales del autor que suenan a greguerías de Ramón Gómez de la Serna, parecido que no desmiente. De nuevo el humor para abordar e incluso recrear la realidad.
El autor del «DicionarioMario» coincide con el entrevistador en reseñar el espíritu humorístico de la cumbre de las letras universales, «El Quijote», y cita la película «El cartero y Pablo Neruda» para reinvindicar el uso particular que cada cual pueda hacer del idioma. Uno de esos usos puede ser, cómo no, el humorístico: «Así, Neruda le dice al cartero que la poesía es para quien la necesita…», recuerda.
Mario Coll comenta la carga «beligerante de muchos de sus inventos verbales, un total de 1.200, cribados entre muchos, a diferencia de ese humor más blanco del diccionario del padre. Y pone algunos ejemplos: «Banco de Satander»: banco del diablo; «hipotercas» (sobra la definición); «Wert», José Ignacio«: ministro de Educación en el Gobierno de Mariano Rajoy, que pasará a la historia de este país por haber ‘conwertido’ la educación pública en un ‘wertedero».
Sobran las palabras… No, qué va, no sobran, sobre todo estas de Mario Coll Rodríguez, tan sanas entre tanta desolación, también (y de qué manera) verbal.
Aquí se muestra un resumen de estos vocablos tan especiales, sacados direcamente de la frondosa huerta de Mario Coll:
ACONGOJARSE.v. Sentir pena en el Congo
BÍCTIMA. adj. Dícese de quien es agredido con un bolígrafo marca Bic.
BACILO.m. Microbio macarra.
BRUTSELAS.n Capital belga del cava.
DIHABLO. m. Dícese del que conversa con Satanás.
DAN ASCO.n. Capital de la actual Siria.
COUDILLO.m. En los animales cuadrúpedos parte de la pierna, próxima al pecho que da órdenes dictatoriales.
EMPEDOCREES.n. Filósofo griego cuya doctrina residía en pensar borracho.
ENSIGLOPEDIA.f. Enciclopedia que engloba los conocimientos adquiridos en un siglo
GLANDIADOR. m. Glande luchador durante el Imperio Romano..
GRILLOTINA.v. Máquina para decapitar grillos.
FLORINAR.v. Mear flores.
KUS KUS KLAN.n. Comida típica de Marruecos racista e intolerante.
LAIDYLLA.f. Señorita ladilla.
PERCEBERANTE. adj. Percebe obstinado en sus propósitos.
MASTURNARSE.v. Cambiarse de lugar durante una masturbación colectiva.
TORQEIMADA.n. Célebre inquisidor de la época de los Reyes Católicos que chamuscaba a los herejes con queimada gallega.
REENCARNACIÓN. f. Volver a nacer con el cuerpo de Encarna.
PAZLESTINA.n. Eso que es imposible-hoy por hoy-desgraciadamente.