La selva, la sabana, las ruidosas calles de una gran ciudad o las ruinas de un templo milenario. Lo que tienen en común todos estos lugares es que son parte fundamental de una historia de aventuras. Buena parte de la literatura de aventuras transcurre en lugares exóticos, lejanos, casi inimaginables…
Pero no, la realidad supera siempre a la ficción y la Biblioteca de Castilla-La Mancha se ha convertido en ese lugar donde a Julio Verne le hubiese gustado estar. El pasado 21 de abril, la biblioteca comunicaba que habían hallado dos libros que habían estado «escondidos». Dos incunables, libros impresos entre la invención de la imprenta (1453) y los primeros veinte años del siglo XVI.
«¿Qué hace esto aquí que no lo habíamos visto?», cuentan a encastillalamancha.es María Dolores Cristóbal, directora de la Biblioteca de CLM, y Carmen Toribio, responsable de la Sala Juan Sánchez. El hallazgo es «único» en muchos sentidos.
«Un best-seller de la época», el Catholicon
El Catholicon de Juan Balbo es uno de esos libros por los que Dean Corso, protagonista de la novela El Club Dumas, de Arturo Pérez-Reverte, habría matado por hacerse con él. Ese coleccionista, interpretado por el «cuestionado» Johnny Depp en la adaptación al cine (La novena puerta), recorría las calles de Toledo intentando hacerse con ejemplares raros, históricos, para luego venderlos al mejor postor. En el cine, y en el libro de Reverte, la historia no es verdadera. El Catholicon de la Biblioteca de Castilla-La Mancha sí lo es.
«Catholicon es un tratado de gramática y vocabulario latino de Juan Balbo, del siglo XIII. Se hizo público en 1286 y tuvo mucho éxito por toda Europa. Fue uno de los primeros libros impresos en 1460″, explica Carmen Toribio, responsable de la sala Juan Sánchez de la biblioteca castellanomanchega. El ejemplar que se ha encontrado entre los muros del Fondo Antiguo fue impreso en Lyon 1493 por Mathias Hauss. Tiene más de 600 páginas que están impresas a dos columnas con letra gótica.
Para comprenderlo mejor, basta una frase. El Catholicon fue un «best-seller» de la época, señalan de forma divulgativa las dos trabajadoras públicas. Hasta hace unas semanas solo había 13 ejemplares en el mundo. Ahora, se ha encontrado el número 14 en la biblioteca castellanomanchega, algo que ha roto la profecía del número 13.
Además, las investigadoras han podido trazar el origen del libro. «Perteneció a Nicolás Yemeniz , bibliógrafo francés, nacido en Grecia y que se trasladó a Lyon. Lo que pretendía era recoger el mayor número posible de libros impresos publicados en Lyon», concreta Toribio. Sin lugar a dudas, Dean Corso habría movido mares y montañas para hacerse con él.
El volumen facticio sobre teología que esconde un libro «desconocido» y un incunable
El segundo de los volúmenes hallados en el fondo bibliográfico castellanomanchego en un volumen facticio: una unión de varios libros en un solo ejemplar. «Los volúmenes facticios son muy habituales de la época,» señala Cristóbal. El que se ha encontrado contiene tres libros que comparten temática teológica. Los libros se agrupaban «por los intereses del propietario, que decidía encuadernarlos juntos y, muchas veces, el tipo de encuadernación no tenía nada que ver con su contenido», reconoce la directora de la biblioteca castellanomanchega.
Uno de los tres libros que están «dentro» del volumen facticio es otro incunable, impreso en Venecia en 1490 y contiene la obra Primer libro de Sentencias del arzobispo de Sevilla, Alfonso de Vargas. Es uno de los 111 ejemplares que hay en todo el mundo.
El tercer y último libro que recoge el volumen facticio aún esconde su origen.»Se imprimió en 1507 en Venecia», dice Toribio y relata las dificultades que han tenido para ubicarlo en el tiempo. «Nos pusimos en contacto con compañeros de una biblioteca italiana, donde está otro ejemplar de este libro, y nos dijeron que todos los libros que constan de este ejemplar son de 1509. El nuestro es de 1507, así que nos dijeron que este es desconocido».
«Los incunables son únicos»: la tinta roja y la tinta azul
La relevancia del hallazgo sobrepasa los muros de cualquier biblioteca. A partir de ahora, el trabajo de las investigadoras es poder digitalizarlo para que otros expertos (historiadores, expertos en latín, incluso curiosos) puedan estudiarlo. «Nuestro trabajo es ponerlo a disposición para que pueda consultarse desde cualquier parte del mundo», reconoce Cristóbal.
Cada uno de los libros encontrados es único, pese a que su contenido sea el mismo. «Los incunables son únicos», explica la responsable de la Sala Juan Sánchez. Lo son porque los editores de los libros rojos dejaban espacios en blanco para que un «iluminador» los completase de forma manuscrita. «El impresor dejó espacios en blanco para hacerlas manuscritas, al igual que los calderones, que están en tinta roja y azul. Otro libro de la misma imprenta y el mismo año no tendría por qué tener esto».
«Pasado, presente y, seguramente, futuro»
Mientras hablamos con las expertas, en otra de las mesas de la sala están Noelia Freire y Elena Meléndez- Vázquez. Ambas son estudiantes del Máster en Patrimonio Histórico de la UCLM y acaban de empezar las prácticas en la Biblioteca de CLM. «Nosotras comprobamos que los datos de los libros cuadren con los del registro». Miran título, fecha, código, autoría. Sus ojos registran toda la información de cada libro que pasa por sus manos.
Ellas, al igual que el protagonista de El Club Dumas, no tienen ninguna duda. Pese a lo que parezca, en una «biblioteca hay mucho que hacer». «En los libros está nuestra historia, el pasado, el presente y, seguramente, el futuro». No sabemos si, en ese futuro, volveremos a decir que hay otro incunable «escondido» en la Biblioteca de CLM. «Ojalá», dicen.