José Luis Romero, el ultradeportista miguelturreño cuya último proyecto solidario se llama «Sueños de un niño soldado», que busca la construcción de un colegio en la región de Kivu, al oeste de Kivu, en la república del Congo, ya ha superado los 7.000 euros de recaudación y se muestra convencido de alcanzar los 10.000 u 11.000 necesarios para que la ONG riojana «Coopera», que colabora con la de Romero, «Sonrisas y Montañas», comience a construir la escuela en el mes de octubre.
Romero, que ha estado varias veces en el infierno bélico del centro de África, explica que los señores de la guerra asaltan las casas, matan a los padres y secuestran a los niños para convertirlos en mercenarios de unas guerras que asolan el continente africano, detrás de las que se esconden los más siniestros intereses ecónómicos y asimismo conocidas firmas comerciales internacionales.
Cuenta Romero que el Congo tiene la actual «desgracia» de albergar el 80 por 100 de la producción de coltan, un doble mineral esencial en la elaboración de todo tipo de productos electrónicos, o sea de altísima demanda en la actualidad. Las mayores víctimas de esta tormenta perfecta de sórdidos intereses son los niños.
Con la construccion de las escuelas los guerreros son disuadidos de probar siquiera a atacar las casas de las familias, ya que saben que los niños duermen en las escuelas, protegidos por los continentes desplazados de la ONU.
A Romero le quedan varias acciones solidario-deportivas más, como un «paint-ball» en su pueblo, Miguelturra (Ciudad Real), el 13 de julio, y una carrera solidaria que se celebrará en Manzanares (también Ciudad Real) el 2 de agosto.
A todo ello se le sumará la cita principal, el Ironman (12 kilómetros de natación, 540 de bici y 126 de carrera) que se celebrará en Alemania del 25 al 27 de julio, con el que ya ha obtenido recaudación. Como preparación participa en otro Ironman este 6 de julio.
José Luis Romero y sus colaboradores de «Sonrisas y Montañas» aleccionan sobre todo en las escuelas a los niños y niñas españoles sobre la realidad de los niños africanos, les hacen ver cómo son capaces de sonreír aún entre tanto horror y sobre todo la visión distorsionada que Europa tiene de la realidad africana, esa Europa que es la principal responsable de la tragedia del continente negro desde que empezara a arrasarlo.
De aquellos pastos, aún estos lodos. Como los del Congo, donde la frase del coronel Kurtz, aquel inolvidable personaje de Joseph Conrad, todavía resuena, y de qué manera: «¡El horror! ¡El horror!»