El fotógrafo Pepe Castro nos regala la última entrega de su serie de retratos a muchos de los rostros más famosos de España. En esta ocasión le ha tocado al popular periodista y escritor Juan Luis Cano. De la sesión fotográfica, Pepe Castro solo lamenta que no haya tenido más tiempo para compartirlo con quien define como un hombre «que no para de inventar y producir».
«Alguien dijo una vez, hace ya tiempo, que, cualquiera, parado en un semáforo, podía saber quién dentro de un coche estaba escuchando el programa de radio ‘Gomaespuma’ observando las caras de los conductores. Confieso que yo mismo hice la prueba y era cierto.
Juan Luis Cano y Guillermo Fesser han sido el dúo radiofónico mas ingenioso e hilarante de los últimos 30 años. También son los fundadores y motores de la fundación que lleva su nombre.
He quedado con Juan Luis a última hora de la mañana en su casa para poder fotografiarle después de varios intentos fracasados. Esta vez Mabi me ha ayudado a gestionar la cita y por fin las agendas han sido capaces de coincidir.
He llegado algo pronto, unos minutos antes de la hora acordada. Antes de descargar nada del coche, llamo al timbre por si acaso, para comprobar si está en casa. No hay nadie aún. «Bueno, la culpa es mía por haberme adelantado», pienso. Pongo un sms avisándole de que estoy aquí y espero pacientemente.
-Pepe, voy de camino. Estoy allí en 15 minutos, que se me ha liado la mañana -me contesta al momento.
No tarda mucho en aparecer un coche del que aparecen la cara de Juan Luis y un brazo que se alarga a través de la ventanilla para saludarme. Me invita a pasar algo agitado aún por toda una mañana complicada y las prisas de ahora. Va a ser una sesión express, ya que yo he quedado a comer en la otra punta de Madrid y a él le toca preparar la comida de los suyos, que deben estar a punto de llegar.
Voy montando mi equipo en el salón mientras Juan Luis empieza con los quehaceres culinarios acompañado por un buen vino del que me hace partícipe. Seguimos hablando a través de la puerta de la cocina, sin vernos, afanados cada uno en nuestros preparativos. «Esto va a ser divertido», pienso, «yo corriendo porque tengo prisa y él también. A ver qué sale».
Ya lo tengo todo listo. Juan Luis se sienta a caballo en una de las sillas del salón y aún es capaz de dedicarme unos valiosos minutos durante los que me habla, porque yo se lo pido, sobre sus actividades diarias, ahora en solitario. La verdad, una mente como la suya no para de inventar y producir, y por lo que me cuenta, no para.
Es un tipo realmente interesante y aunque hemos quedado para comer otro día juntos, me queda el mal sabor de boca de no haber podido hoy pasar mas tiempo con él. Pero el retrato…
Me lo llevo. ClicK !!!