Una anciana soltera y sin familia directa, con una fortuna que podría sumar varios millones de euros, ha dejado toda su herencia a asegurar la educación de los niños de familias sin recursos de su pueblo, Valverde de Júcar, una localidad conquense de cerca de 1.200 habitantes.
Virginia Pérez Buendía falleció sola a los 86 años en septiembre del año pasado en una vivienda de su propiedad en pleno centro de Madrid, pero nadie se percató de su muerte hasta semanas después, según ha relatado a Efe el alcalde de Valverde de Júcar, Pedro Esteso.
Un juzgado de Madrid investiga ahora las causas del fallecimiento de esta anciana adinerada, aunque las primeras hipótesis apuntan a «un fallo cardíaco», pero al no tener hijos ni familia directa nadie la echó en falta, ha explicado el alcalde.
A principios de noviembre fue enterrada en su pueblo, Valverde de Júcar, al que ha querido dejar su herencia para crear una fundación benéfico-educativa que asegure la enseñanza a los niños con menos recursos.
Su deseo se materializará a través de la Fundación Pérez Buendía que está a punto de constituirse, según ha explicado el regidor, por lo que su dinero irá a labores educativas íntegramente.
Los albaceas son el alcalde, el párroco y el juez de paz, y además estará integrada por otras cinco personas más.
Actualmente hay cien niños en el colegio de la localidad, pero otros ochenta estudiantes cursan estudios superiores fuera del pueblo, por lo que se podría hacer «una labor magnífica» a través de becas, ha señalado el alcalde.
Sobre su fortuna, el regidor ha indicado que «todavía no se ha cuantificado, no se sabe, pero se presume», porque tenía numerosas tierras de labor, fincas en varios términos municipales, una vivienda en Madrid cerca de la Carrera de San Jerónimo, acciones en banca y dinero en efectivo.
La familia arrancó con un molino de harina y actividades agroalimentarias, pero su patrimonio fue creciendo poco a poco, aunque el testamento data de 1983.
«Virginia era muy especial. Muy suya. Vivía a su manera. No le gustaba hacer ostentación. Iba con un coche viejo. Vestía de día. Le gustaban los animales. Madrugaba. Le gustaba el campo. No se paraba a hablar con las vecinas», ha agregado Esteso, y por eso su testamento ha sido «una sorpresa».
«Nos ha dejado su gran corazón. Es la mejor apuesta. El futuro de nuestros hijos, de nuestros pequeños», ha añadido.
Su testamento se leyó el pasado 25 de enero, un domingo en la Casa de la Cultura a la que acudió buena parte del pueblo, a diferencia de lo que ocurrió en su entierro, ha lamentado Joaquín, un vecino cuya familia ha sido vecina de Virginia.
«Nadie esperaba que iba a dejar nada. Era un poco huraña. Llevaba una vida un poco de ermitaña. Contradicciones de la vida», ha agregado.
Sus bienes podrían sumar varios millones de euros, según comenta este vecino, quien agrega que era una familia que trabajaba mucho pero no gastaba «ni un céntimo».