lunes, 25 de noviembre de 2024
celebrarán una misa el día 15 07/08/2015junio 8th, 2017

Recordar al padre Pajares un año después de su muerte por el ébola es recordar cómo le veían sus vecinos de toda la vida, con los que compartía sus vivencias cuando regresaba de África, aquellos que viven en el pequeño municipio toledano de La Iglesuela. Recordar al padre Pajares es echar la vista atrás hasta el mes de agosto de 2014 y acordarse de que había una enfermedad que estaba matando a cientos de personas, pero de la que solo los países del norte se preocuparon cuando les tocó a ellos. Recordar al padre Pajares es hacer un alto en el camino para valorar la labor de decenas de misioneros. Encastillalamancha también ha querido recordar al padre Pajares.

En la iglesia de La Iglesuela (Toledo) hay un mural con fotos de «una vida de entrega y dedicación a los demás». Es el resumen de cómo vivió uno de sus vecinos, el padre Miguel Pajares, el sacerdote que tuvo que ser repatriado desde Liberia el 7 de agosto de 2014 tras contagiarse de ébola.


Cinco días de esperanza en que todo saliese bien y un pueblo volcado con su vecino, con don Miguel, «una buena persona, muy atento» que ya había superado «la malaria» y que había hecho «mucho bien». Un hombre al que su vida «nunca» le había importado «nada», tal y como contaba uno de sus hermanos a Encastillalamancha cuando don Miguel estaba ingresado. Y nunca le había importado su vida porque «había que ayudar a los más necesitados».

Sus vecinos recordaban al religioso, quien ya les había comentado que en Liberia «había una enfermedad muy rara que el que la coge se muere». Él la cogió, pero el pueblo tenía esperanza.

El 12 de agosto la noticia que nadie quería escuchar llegó. El misionero fallecía en el hospital madrileño Carlos III de Madrid, el virus «se lo había comido por todos los lados», indicaron fuentes hospitalarias a EFE.

Fue una larga lucha «hasta el final», pero el ébola tenía una tasa de mortalidad que alcanzaba el 80 por 100. El pasado mes de julio, Médicos sin Fronteras indicaba que el virus aún pervivía en Guinea, Sierra Leona y Liberia. Una enfermedad que ha dejado 27.678 infectados y 11.276 vidas perdidas.

Don Miguel tenía el riñón mal, de hecho ya no orinaba, padecía tifus, sufría problemas cardíacos y «había perdido todas las defensas», con lo que la salvación de su vida no fue posible.

En su pueblo no le olvidan y han colocado en la puerta de la iglesia un mural (el de la foto de arriba) con imágenes de la labor que realizaba el religioso. Además, el próximo 15 de agosto se celebrará una misa para recordarle un año después de su muerte, el año en el que han encontrado una nueva vacuna contra el ébola.

(Visited 33 times, 1 visits today)