María Benítez, la pensionista de 74 años que se encerró durante 12 horas en una sucursal del BBVA en Guadalajara, ha salido «esperanzada» de la negociación que ha mantenido con el banco, que estudiará la posibilidad de que, tanto ella como su hijo al que avaló, puedan vivir en su vivienda hasta la muerte de ambos.
Benítez podría perder su vivienda al presentarla como aval de la hipoteca que firmó en 2005 su hijo Pedro -que tiene una minusvalía reconocida-, y que dejó de pagar tras perder el empleo, lo que ha generado una deuda de 130.000 euros más los costes judiciales y los intereses y la posibilidad de que la entidad se quede con su domicilio, tasado en 40.000 euros.
Tras el encierro del pasado viernes, que concluyó con el desalojo por la Policía, la afectada se ha reunido hoy durante más de una hora con responsables del banco para negociar una salida para ella y para su hijo.
El resultado ha sido la propuesta, por parte de María, de que tanto ella como su hijo puedan vivir en su vivienda hasta la muerte de ambos, una cuestión que el banco se ha comprometido a estudiar y responder antes del viernes, según ha indicado a Efe la pensionista.
«Creo que puede ser posible, los he visto con ánimo. La abogada se agarra a la ley, y dice que no lo permite, pero yo creo que las circunstancias son especiales», ha apostillado María, quien ha lamentado que el BBVA «se haya quedado un piso en el mejor sitio de Guadalajara, y ahora van a por el mío que se lo van a llevar por cuatro perras».
Benítez ha reconocido haber llorado, aunque en este caso de emoción, al sentirse «muy respaldada y animada» por los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que, durante toda la negociación se han concentrado a las puertas de la entidad.
Allí, mientras una treintena de personas cantaban «María no está sola», la afectada ha reconocido que hubiera sido imposible llegar a donde está sin ellos, y recuerda que, cuando le quitaron el piso a su hijo, ni siquiera tuvieron abogado.